Una nación escoge a sus autoridades para que cumplan tres fines básicos con la sociedad que los eligió:
El primero es la “Seguridad Personal”. Mientras trabajamos y producimos, generamos la riqueza e impuestos, que sustentan la economía del Estado, para que, a cambio de esto se nos garantice, antes que nada, nuestra vida y seguridad física. Esto implica que, si alguien atenta contra estas, quien debe responder por las mismas es el propio Estado. ¿Por qué entonces cuando secuestran a un ciudadano, el Estado no se hace cargo de su rescate?
Porque pareciera que para los que nos gobiernan, nuestra vida no tiene ningún valor y da la impresión que pertenecieran a la misma banda, pues las facilidades de acción y protección, se las otorgan a los delincuentes en favor a los derechos humanos y por el contrario para la civilidad que sufre y soporta sus crímenes no existen esos derechos, y peor aún, las fuerzas del orden que los enfrentan, no pueden hacer uso de los atributos que la constitución los faculta para mantener el orden y defender los derechos de la sociedad.
¡La segunda prioridad es la “Seguridad Territorial! Y es que, para garantizar la seguridad personal es menester del Estado, poder asegurar el perímetro territorial de quienes poblamos el territorio en que nos desenvolvemos. Para esto el Estado debe garantizarnos la irrestricta seguridad y respeto a nuestro territorio privado (propiedades y bienes) y colectivo que comprende a nuestra nación. Esto implica que, si alguien atenta contra esta, quien es responsable de su custodia y defensa, es también “El mismo Estado”.
¿Por qué entonces nuestra nación sigue infiltrada por narcotraficantes, mineros ilegales que se llevan el oro y la droga a Bolivia, pescadores industriales chinos que saquean nuestro mar territorial, terroristas, sicarios, narcoterroristas importados y hasta separatistas territoriales que pretenden desmembrar al Perú para satisfacer ideologías e intereses internacionales? ¿O no nos damos cuenta?
¡Parece que no!, pues para los incautos que nos gobiernan, nuestra propiedad es un botín que se puede obsequiar a cambio de servicios por sometimiento o ejecuciones a quienes no son parte del Estado, para así perpetrarse indefinidamente y usufructuar el esfuerzo de nuestra sociedad. Es decir, no valemos nada, somos esclavos y cuando no deseemos seguir siéndolo, seguramente ya será demasiado tarde y quizás entonces también traten de eliminarnos.
La tercera prioridad es la “Administración de Justicia”. Para que todos los ciudadanos que conforman la sociedad peruana, es decir todos los que moran en el país, tengan los mismos derechos y obligaciones ante el Estado y entre sus semejantes, el Estado debe administrar la justicia vía los reglamentos y leyes de convivencia universal, que promueven la máxima libertad de expresión y acción individual y colectiva. Esto implica que, si una persona o una entidad pretende, intenta o realiza cualquier acción sobre los derechos de alguien, quien debe asumir la inmediata acción de justicia, es el “Propio Estado”.
¡Entonces! Por qué el Estado esclarece y castiga solo a una minoría de implicados en asesinatos, robos, secuestros, ataques e incendios a empresas mineras, agroindustriales, al igual que a comisarias, juzgados y entidades del Estado. ¿Como se permite que los asesinatos a civiles indefensos, policías y militares queden impunes, al igual que a genocidas y ladrones como Vizcarra y sus huestes que a pesar del tiempo transcurrido, siguen también libres e impunes al igual que Salas Arenas, Villarán, Zamora, Del Solar, Zeballos, Mirtha Vázquez y muchos otros más?
¿O es que el poder judicial, jamás podrá administrar justicia ya que esto es un acto contranatural en él y las grandes mafias todavía ejercen el poder? ¿O será que solo necesitan de nuestro dolor y sufrimiento para explotar el terror como arma de control? ¡Es decir no valemos nada, ni somos nada ante el propio Estado que nos gobierna!
Compatriotas, pareciera que nosotros y nuestra nacionalidad, para el Estado que nos gobierna bajo la supervisión del Foro de Sao Paulo, el Grupo Puebla y el Socialismo del siglo XXI, no tiene valor alguno.
Recuperar nuestra identidad como verdaderos peruanos y con ello nuestros valores y derechos de libertad, es lo más importante hoy para volver a tener una nación libre y soberana, pues, “La libertad es la herencia de los bravos” y “Es preferible yacer en la tumba venerada eternamente por liberados, que vivir bajo la opresión o como esclavos para siempre”.
(*) Teniente general FAP en retiro