No pueden ser otros, que los mismos políticos, hoy como parte del ejecutivo, pues a un año y medio de haber asumido la presidencia. El gobierno de Dina Boluarte y sus ministros, con muy pocas excepciones, han logrado un nivel de desaprobación del 95% por parte de la población, es decir, un nivel sin precedentes en la historia del Perú, ya que solo la apoya el 5% de la sociedad, por no haber hecho nada para dar solución a la variada problemática que aqueja a los sectores más necesitados del país, por el contrario, los problemas y signos de corrupción siguen en aumento.
De igual forma están los políticos del congreso, que verdaderamente ya no representan al país, pues como apreciamos, han alcanzado el 96% de desaprobación por parte de la ciudadanía, es decir, solo algunos ya conocidos se salvan por su labor parlamentaria en defensa de los intereses de la nación. Los demás están para favorecer sus propios intereses, los partidarios y en medio de una corrupción generalizada que se destapa día a día, con la ideología comunista y con el agravante de una incesante inseguridad ciudadana, propiciada por bandas nacionales e internacionales de crimen organizado que va en aumento, teniendo en velo a la sociedad sin el apoyo requerido en todo sentido que necesitan las fuerzas del orden para combatirlas.
A esta clase de políticos que destruyen al país, se suman los rojos y caviares infiltrados en los estamentos del estado que hacen y deshacen lo que a ellos les da la gana sin importarles el Perú y su población. Si no, veamos el descalabro del poder judicial y lo que sucede en algunos sectores como el de educación, salud, trabajo, entre otros. Les siguen la cantidad de partidos políticos de izquierda que se han inscrito para las elecciones presidenciales del 2026, que lo único que quieren es como prioridad ganar las elecciones como sea o caso contrario poblar en su mayoría el congreso.
Y ni que decir de la prensa caviar y mermelera, que por prebendas le hacen el juego a la izquierda y condicionan las mentes de los más humildes a favor de la ideología comunista, además de una financiación secreta de algunas ONGs.
Entonces, en este país, donde nadie cumple lo que ordena la constitución ni las leyes y hay corrupción e impunidad total, ¿Quiénes quedan para construir un nuevo Perú? e imponer una “Verdadera Democracia”, es decir “El poder político elegido por el pueblo, al servicio del pueblo”, situación que seamos realistas, no funciona en nuestro país.
Los únicos que quedan serían algunos buenos demócratas, uno que otro partido tradicional, aquellos pocos nuevos partidos de derecha y centro que han emergido hace poco tiempo y ya inscritos, todos con líderes que todavía no se asoman en forma personal ni como coaliciones que le den una esperanza al pueblo peruano; así como las Fuerzas Armadas y Policía Nacional que todavía se mantienen incólumes al servicio de la sociedad bajo lo descrito en la constitución y las leyes, pero sin una política clara y justa por parte del ejecutivo en caso tengan que usar las armas para el cumplimiento de sus funciones. ¡Estamos advertidos!
(*) Teniente general FAP en retiro