Nuevos aires en Miraflores. Si bien es cierto que este distrito icónico de Lima parecía perder su tranquilidad por unas posibles marchas debido a la coyuntura política, sin embargo, la verdadera amenaza que los vecinos denunciaban era la proliferación de restobares que agredían la paz y el silencio nocturno. Muchos de ellos, bajo la fachada de restaurantes, sin embargo, eran en verdad discotecas sin la respectiva insonorización que perturbaban las zonas residenciales. A esto se sumaban los escándalos callejeros de personas alcoholizadas y todo el desorden respectivo que muchas veces constituían una perturbación a la seguridad misma de las calles miraflorinas.
El flamante alcalde, Carlos Canales, ha llegado a poner orden y en menos de dos meses de gestión, ha clausurado más de 27 locales, la mayoría por ruidos molestos. En el último Concejo Municipal realizado el 27 de febrero, el burgomaestre informaba a la comunidad que se acogió las quejas vecinales sobre la contaminación sonora, y en efecto, de la mano del área de Fiscalización que gerencia Fernando Martínez se ha tomado acción y clausurado estos centros de diversión que no cumplían la ley, a pesar que, “previamente se habían advertido entre dos y hasta tres veces que se ajusten a la normativa”.
Asimismo, Canales subrayó en el Concejo Municipal que “también estamos revocando licencias de locales que hayan reiterado permanentemente el incumplimiento de la ley, porque de que me sirve clausurar una, dos, tres, cuatro veces si van a continuar no observando el cumplimiento de la ley. Por eso hemos procedido a revocar ya definitivamente licencias de funcionamientos de aquellos locales”. En efecto, se ha recuperado el principio de autoridad, hoy en día los fiscalizadores están cercanos a los miraflorinos, y el área de Comercialización gerenciada por Martín Mateus está muy atento en hacer respetar Miraflores.
Hace un par de semanas, la propia Municipalidad tuiteaba la clausura al local Clan Cervecero de la calle Manuel Bonilla, el hospedaje Selina de la calle Alcanfores: la razón es la misma: ruidos molestos. Y a inicios de febrero, la discoteca Malala que bajo la fachada de restaurante operaba como discoteca a pesar de ya haber tenido cuatro clausuras y multada muchas veces por lo mismo en la anterior gestión. Los vecinos ya pueden dormir tranquilos, volvió la autoridad y Miraflores recupera su identidad.
Carlos Canales, con más de 30 años en el mundo empresarial turístico, ha leído perfectamente la realidad miraflorina como la mayor expresión de culturalidad en Lima, porque tiene museos, parques, zonas de exposición y una cultura viva a través de la oferta que hacen pintores, artesanos, arquitectos y profesionales del rubro gastronómico entre muchos otros creativos. No es y nunca fue un barrio de chupódromos, ni discotecas sin la respectiva licencia. “No vamos a permitir en Miraflores la microcomercialización de drogas, el ejercicio de la prostitución o la venta de licores adulterado. Estamos en un proceso de fiscalización permanente a los centros de entretenimiento”, declaró Canales a la prensa.
Y aseguró: “No podemos permitir la anarquía. Puedes tener trabajo, entretenimiento, pero respetando los usos y costumbres que tenemos en Miraflores. En el último mes (de la gestión municipal anterior) se cambió a los restobares licencias específicas de discotecas. Pero si te dan licencia de discoteca, tiene que haber un local insonorizado. Hacia afuera no debe haber ningún ruido. (Incluso) hay que cuidar al propio consumidor, tú no puedes tener a uno borracho, cayéndose, sin tener la responsabilidad como propietario de un local donde se expende alcohol”.