Una tasa de crecimiento de los precios del 2 % es lo suficientemente baja como para aprovechar los beneficios de la estabilidad de precios y, a la vez, proporciona margen para reducir el riesgo de deflación.
Pero… ¿Qué pasa si la inflación es 0%?
En la medida en que una inflación nula implicaría menores tipos de interés reales, el atractivo de los activos rentables y líquidos frente a la caja se reduciría sensiblemente y el tiempo dedicado a la liquidación de aquellos se reduciría.
Daniel Gros, de la Universidad Bocconi, señala que el llegar a ese 2% de inflación de meta de los Centrales, no es suficiente. Los del Central deben hacer olvidar que existe la inflación.
Luego del ajuste hacia arriba de la tasa de interés por la Fed y BCE, la caída hacia abajo ya está cerca del objetivo del 2%.
La suba inflacionaria se debe especialmente a las interrupciones de la cadena de suministro y a los aumentos de los precios de la energía causados en gran medida por la pandemia de COVID-19 y la guerra de Ucrania. Pero perturbaciones de oferta no ha sido la gran cosa, señala el analista.
Los precios del crudo cayeron a niveles anteriores a la guerra de Ucrania. Pero los precios de los servicios han aumentado constantemente y ello no depende de la energía, sino de salarios y el ajuste hacia abajo es siempre muy complicado. Y se cumple que el e aumento de los precios de los servicios, en un 7% en 2022-23, se deba simplemente a un shock en los precios del petróleo. Ello tal vez en la eurozona, por circunstancias propias.
Menos de una cuarta parte de la «desinflación» de seis puntos de la eurozona en el último año se debe a los servicios.
Mientras tanto, en EE. UU., la inflación de los servicios se sitúa en torno al 5%.
¿Por qué los precios de la energía y los bienes han seguido la trayectoria tradicional primero al alza y luego a la baja, pero el sector servicios ha seguido plagado de presiones inflacionarias?
Cuando la inflación es baja y se ha mantenido estable los agentes sienten que tienen que pensar mucho en los precios.
Este equilibrio se rompe cuando el precio de la energía o de algún otro insumo crítico aumenta bruscamente.
El aumento de los precios de la energía en 2022, junto con el gran evento geopolítico que lo desencadenó, hizo que la gente prestara atención.
Cuando algunos precios muy visibles, como los de los coches usados, se dispararon casi un 50% en pocos meses, debido a aumento de la demanda tras la pandemia y perturbaciones en la cadena de suministro, la inflación pasó a ocupar un lugar destacado en la mente de los agentes económicos.
Y allí entonces ponen atención a la inflación, ajustan sus propias demandas de precios y salarios con mayor frecuencia.
La inflación se extendió de la energía y los automóviles a toda la economía.
Por ello el autor argumenta que alcanzar el objetivo del 2% durante unos meses no será suficiente para lograr lo que los bancos centrales deberían aspirar realmente: una economía en la que los trabajadores y los productores se olviden de la inflación.
Allí está el quid del asunto. El reto de los centrales no es tanto llevar la inflación al 2%, sino mantenerla allí durante tanto tiempo que la gente deje de preocuparse de que los precios vuelvan a subir mañana. ¿Simpática explicación no?
Y la misma es de Índice de Precios al Consumidor, es decir usa el método de Laspeyres en que sólo mide cambio de los precios y mantiene la canasta de consumo estable sin cambios, sin efecto sustitución. Asimismo, está la subyacente que elimina productos estacionales. Pero esa es otra discusión, que valdría la pena, sin duda alguna.