El Blog Semana publica en el contexto de lo de Gaza, Ucrania y el triunfo de Trump, más los desafíos del cambio climático y la desigualdad en el planeta, lo que muestran además un problema geopolítico muy complicado por lo complejo y fragmentado. Los líderes del G 20 se acaban de reunir por dos días en Rio de Janeiro Brasil para, por ejemplo, el lanzamiento del «Grupo de trabajo para una alianza global contra el hambre y la pobreza».
Se señala hay 5 aspectos para una guerra nuclear y otros 5 para evitarla. A favor es lo de Ucrania con el posible enfrentamiento entre potencias nucleares, lo que deviene en un crucial punto de fricción entre Estados Unidos y sus aliados de la Otan contra Rusia.
La reciente autorización de Washington para misiles ATACMS de largo alcance y disparados desde Kyiv, contra territorio ruso no ha gustado para nada a Putin, que ha sacado un dispositivo legal para la eventualidad de atacar a Ucrania con armas nucleares.
Otro tema es la situación en Gaza y el impacto en Oriente Medio, lo que trasciende a la región y por ello Joe Biden, el presidente de Estados Unidos, ha señalado a Hamás que acepte un alto el fuego, para evitar que se involucre a otros países de Oriente Medio, como Irán, que apoya a grupos armados en la región. Una escalada en Gaza podría generar un enfrentamiento directo entre Irán e Israel, lo que arrastraría a potencias como Estados Unidos y posiblemente a Rusia o China, que podrían apoyar al lado opuesto en un conflicto de mayor alcance.
La fragilidad de Oriente Medio, sigue siendo un factor de alto riesgo para el desencadenamiento de una guerra más amplia.
La cumbre del G20 en Río de Janeiro ha evidenciado la fragmentación del orden global. Las tensiones entre líderes como Joe Biden, Serguéi Lavrov y Xi Jinping, subrayan las diferencias ideológicas y estratégicas que dificultan el diálogo y la cooperación. El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca en el 2025 podría agravar aún más esta situación, ya que su enfoque unilateral y nacionalista ha demostrado ser un factor desestabilizador en el pasado.
Pero el blog señala que más allá de Ucrania y Gaza, el mundo enfrenta una creciente proliferación de conflictos regionales, desde el enfrentamiento entre Armenia y Azerbaiyán en el Cáucaso, hasta las tensiones en el Mar de China Meridional y ello tiene el potencial de escalar si se involucran potencias extranjeras. La presencia militar de Estados Unidos en Asia-Pacífico y la creciente influencia militar de China podrían desencadenar un conflicto directo entre ambas potencias.
Un quinto y último elemento es la creciente militarización del ciberespacio que podría desencadenar respuestas militares convencionales, agravando aún más las tensiones internacionales.
En la otra cara de la moneda, hay pues 5 factores que disminuyen la posibilidad de una Tercera Guerra Mundial de hecho nuclear.
La disuasión nuclear con todo lo que ello significa para los países con una destrucción mutua asegurada que sigue siendo un elemento clave para evitar un conflicto entre potencias nucleares. Se cree que una guerra mundial con armas nucleares no tendría ganadores y causaría una catástrofe global.
La globalización es un 2do elemento que ha creado una red de interdependencia económica que hace que una guerra mundial sea altamente costosa para todos los actores. Lo de las sanciones económicas contra Rusia por lo de Ucrania, han demostrado que incluso las medidas no militares tienen un impacto significativo en las economías globales.
Asimismo, China, como la segunda economía más grande del mundo, también depende del comercio internacional, lo que dificulta su participación en un conflicto de gran escala.
Aunque su influencia es limitada, organismos como las Naciones Unidas y el G20 siguen proporcionando plataformas para el diálogo y la resolución de conflictos. La iniciativa de Lula para combatir el hambre, presentada en la cumbre, del G 20, muestra que todavía hay esfuerzos por abordar problemas globales de manera conjunta.
Asimismo, la sociedad civil en muchas partes del mundo se opone firmemente a la guerra, por lo que fueron las dos primeras del siglo XX. Esta presión puede limitar la capacidad de los líderes políticos para justificar conflictos de gran escala.
Finalmente, los líderes y las sociedades actuales han heredado las lecciones de las dos guerras mundiales con devastación, sin precedentes y esta memoria colectiva ha inculcado un profundo rechazo hacia los conflictos a gran escala. Los tratados internacionales, como el de las Naciones Unidas, se diseñaron específicamente para evitar la repetición de esas tragedias, promoviendo la diplomacia y la resolución pacífica de disputas.
Además, los avances en la educación global y la comunicación instantánea han sensibilizado a la población mundial sobre las consecuencias humanitarias, económicas y ambientales de una guerra mundial. Este aprendizaje histórico actúa como un freno moral y político, empujando a las potencias a buscar alternativas al conflicto armado.
El mundo se encuentra en un momento de cambios profundos, como destacó Xi Jinping durante la cumbre del G20. Las tensiones actuales no necesariamente conducirán a una Tercera Guerra Mundial, pero el riesgo aumenta si no se gestionan adecuadamente.
Por ello un escenario optimista es que los líderes globales logran establecer mecanismos efectivos de diálogo y cooperación, priorizando soluciones multilaterales a los conflictos actuales. Esto incluye la resolución del conflicto en Ucrania, un alto el fuego en Gaza y un enfoque conjunto para abordar el cambio climático y las desigualdades.
El otro pesimista en que las tensiones actuales escalen, con conflictos regionales que involucran a potencias globales, como un enfrentamiento en el Mar de China Meridional o una guerra abierta entre Israel e Irán. La falta de consenso y cooperación global exacerba la crisis climática y económica, aumentando la inestabilidad.
Uno intermedio es que persistan conflictos regionales y tensiones entre potencias, pero se evitan enfrentamientos directos de gran escala gracias a la disuasión nuclear y la interdependencia económica.
En rigor, creo que las mayorías quieren que Dios nos tenga en sus santísimas manos. Los aspectos son sumamente complicados y con inmensas consecuencias de dolor y sufrimiento y eventual destrucción del planeta tierra.
Y este: https://www.infobae.com/america/mundo/2024/11/19/el-boton-rojo-y-los-mil-dias-de-putin/