Por: Dennis Falvy / Ataquemos la enfermedad, no el síntoma

por | Ago 29, 2023 | Opinión

Mi amigo, el analista Alejandro Pucci, a quien llamamos Sandro”, me envía un análisis que ha escrito que me ha gustado mucho y quiero compartir: https://www.alejandropucci.com/publicaciones/coherencia-y-orden-versus-seguridad/

El tema es la seguridad ciudadana que se percibe como nuestro principal problema de nuestra sociedad y vaya que se explota en los medios y con dosis enormes de morbo.

Refiere Sandro, que a un congresista lo entrevistaban y decía que Perú necesitaba 2 Bukeles, en relación a lo que hace el hoy famoso presidente del Salvador.

El periodista le preguntó ipso facto: ¿Y el Presidente del Congreso que ya tiene más de diez carpetas fiscales y está siendo procesado? ¡Ah no!, respondió el congresista, diez/veinte carpetas fiscales que lo acusan de corrupción, fraude, etcétera, son sólo investigaciones y para nosotros él es inocente hasta que no esté en la cárcel.

Es obvio, refiere Sandro, que con sólo un 25% de Bukele, ese presidente del Congreso ya estaría en cárcel y acompañado tal vez de un 80% del Congreso y ni qué decir de un similar porcentaje de políticos de nuestra vapuleada sociedad…

Pero Ojo, pare, cruce y tren: La Inseguridad Ciudadana es el Síntoma, no es la Enfermedad, enfatiza el amigo Sandro. Con sólo tomar el tema de seguridad como síntoma, sólo daremos soluciones parciales, paliativas y copiadas de otras experiencias, pero sin análisis, experimentación y prueba/error que normalmente esas experiencias han pasado antes de ponerse en práctica. Aplicar experiencia ajena arbitrariamente, lejos de terminar con el problema, lo profundiza aún más.

Pero entonces ¿cuál es la enfermedad? se pregunta el amigo: La enfermedad es la Incoherencia y la Falta de Orden en todas las instancias de nuestra sociedad, comenzando por el Estado con su cabeza y bajando por cada una de las instancias gubernamentales y estatales, hasta llegar al último componente de esta sociedad: los ciudadanos comunes. Justamente ahí, en los ciudadanos comunes, es donde se revela el síntoma.

Por otro lado, en una de las instancias gubernamentales más cercanas al ciudadano, los gobiernos municipales, la falta de Liderazgo ha traído como consecuencia que los ciudadanos sientan que no hay ni Orden ni Disciplina y, debido a esto, los delincuentes de todo calibre se sienten libres y autorizados a adueñarse de las ciudades. Esto es nada menos que la famosa teoría de las ventanas rotas, cuya esencia publicamos ayer lunes en este mismo diario.

Enfatiza entonces Sandro, que en estas condiciones en las que la delincuencia siente que la ciudad está servida para ellos y sale a apoderarse de ella, los gerentes de seguridad ciudadana, policías o militares en retiro, que están entrenados para reprimir, salen a hacer eso justamente y reprimen a tirios y troyanos sin distinguir entre un delincuente y una anciana vendedora de flores.

Sandro entonces desarrolla su análisis haciendo hincapié en que lo de la teoría de las Ventanas Rotas es que los funcionarios “genios” que incoherentemente, en vez de estudiar esta teoría a profundidad, sólo se dedicaron a interpretarla a su libre entender y sin tomar en cuenta los componentes psicológicos, antropológicos y sociológicos de dicha teoría, sacaron como conclusión que “al ladrón lo hace la ocasión.” Y se acabó. Sentencia hecha. Y, como reza el dicho antiguo, “Juez mal informado, fallo desacertado.”

La verdadera interpretación de la teoría de “La Ventana Rota”, es que una ciudad inmersa en el desorden como la nuestra, donde la incoherencia campea a todo nivel, donde las autoridades dan a la población mensajes esquizofrenógenos, es decir, mensajes de doble vínculo; por ejemplo, deteniendo con bombos y platillos a súper delincuentes haciéndoles creer a los ciudadanos que ¡ahora sí! podremos vivir en paz, pero al día siguiente esos mismos súper delincuentes son dejados en libertad por negligencia, dolo, miedo o ignorancia del juez.

Es esa incoherencia, es esa comunicación esquizofrenógena por parte de Instituciones, es ese desorden negligente y procrastinador, justamente el que atrae a grupos de delincuentes, personas de débil moral o carentes de principios y valores, los que, si encuentran esa “ocasión” como su oportunidad, la van a aprovechar y se van a cebar como las abejas en la miel.

Recomiendo entonces leer el análisis de Sandro, cuyo link se los he puesto en el comienzo. Allí señala que   ¿Es que acaso se terminaron los delincuentes en El Salvador, acaso los diez/treinta mil o más que fueron encarcelados eran todos los delincuentes que existían? No, ciertamente no. Lo que pasa es que desapareció la “ocasión” y los delincuentes y todos aquellos cuya moral y principios eran elásticos o no existían, ahora piensan muy bien antes de delinquir; porque en El Salvador, un balance de costo/beneficio, les demuestra claramente que el costo de delinquir sería muy, muy alto. Ataquemos la enfermedad y no el síntoma y ello supone liderazgo, decisión y coherencia es el mensaje del amigo Sandro el que comparto plenamente.


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