Por: Dennis Falvy / Cómo se destruye un país institucionalizado

por | Mar 2, 2023 | Opinión

No voy a comentar, porque me aburre su soberbia alquilada, un post de Villarán, el hermanísimo de la alcaldesa en “Otra Mirada”, esa cuna de caviares con gente que se las da de bacán por años de años.

En él le contesta a Waldo Mendoza y hasta propone un borrador de Constitución en el acuerdo nacional. Entiendo que Jorge Baca le va a contestar para poner a este tipo en su sitio, que anda señalando tonterías por decenas de años.

En rigor, el chileno Sebastián Edwards no necesita presentación. Docente importante, es autor de más de 200 artículos académicos sobre economía internacional, macroeconomía y desarrollo económico, en importantes revistas especializadas.

Este “Chicago Boy” ha escrito más de 20 libros sobre economía. En el 2016 publicó, por la University of Chicago Press, cuatro volúmenes coeditados sobre éxitos económicos en África.

Edwards ha sido consultor de numerosas empresas e instituciones multilaterales; BID, Banco Mundial, FMI, AID, OECD y ahora incluso es novelista.

Por el respeto profesional y de trabajo que me merece, expongo parte de una nota que `el ha escrito sobre lo actual en su país.

Dice que cuando los historiadores del futuro analicen lo  ocurrido en Chile,  se preguntarán perplejos cómo fue posible que el país más exitoso de la historia de América Latina decidiera, por una abrumadora mayoría, destruir la institucionalidad que le había permitido convertirse en referente regional.

Y claro algunos especularan las pavadas enormes que tienen estos opinólogos como respuesta, la mayoría que no tienen idea de las cosas que implican desarrollo económico.

Edwards aduce que Chile vino cultivando un estado depresivo mediante un discurso público flagelante, que se negó sistemáticamente a reconocer el progreso que habían conseguido mientras se encargaba de demonizar al mercado, a los empresarios, al lucro y a todos aquellos principios que los habían sacado de la mediocridad que históricamente los había caracterizado y que esto sumió a los chilenos en una depresión que  los llevó a odiar lo que habían construido.

La raíz del problema chileno fue psicológica. Y la evidencia de datos contra ello es abrumadora.

La inflación crónica, que había alcanzado un pico de más del 500% en 1973, cayó por debajo del 10% en la década de 1990 y por debajo del 5 % en los años 2000.

Entre 1975 y 2015, el ingreso per cápita en Chile se cuadruplicó hasta alcanzar los US$ 23.000 dólares, el más alto de América Latina. Como resultado, desde principios de la década de 1980 hasta 2014, la pobreza se redujo del 45% al 8%.

Y se pueden demostrar los beneficios a la población. Y si bien entre 1990 y 2015 los ingresos del 10% más rico crecieron un total de 30%, los ingresos del 10% más pobre experimentaron un aumento del 145%, amén de un índice de Gini que cayó del 52,1 en 1990 a 47,6 en  el 2015.

Pero una élite política e intelectual populista, progresista y conservadora social cristiana, convenció a la ciudadanía de que el problema del país era la desigualdad y el “neoliberalismo” y comenzó a comparar a Chile con Suecia y Noruega sin reparar, en los niveles de productividad, baja corrupción, eficiencia estatal, ingreso per cápita o libertad económica de esos países.

Y eso era “mala leche”. Por eso los capitales se van del país, la inversión se seca, el gasto fiscal  y la deuda explotan y la inestabilidad política se agudiza.¿ se resolverá con una nueva constitución?.

 


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