Una frase atribuida al famoso astrónomo Arquímedes, fue descubrir el mecanismo de la palanca. Sabía que una pequeña fuerza aplicada en un extremo de una palanca podía mover un gran peso, siempre y cuando el punto de apoyo estuviera en el lugar adecuado. “Denme Un Punto De Apoyo Y Moveré La Tierra”, dijo.
El rey Hieron le pidió una demostración. Arquímedes mandó que un numeroso grupo de hombres tirara de un gran barco de carga y lo hicieran encallar en la costa. Después, hizo llenar el barco de carga y pasajeros. Fijó un sistema de poleas (un sistema de palanca que utilizaba cuerdas en lugar de vigas) al barco y se sentó en la tierra a poca distancia. Luego dio un leve giro a una manija conectada a las poleas y el gran barco fue levantado y finalmente traído hacia tierra firme.
Como hay “jerga propia” y sin duda existe en el mundo de las finanzas, se entenderá como “Apalancamiento Financiero” al grado en que una empresa depende de la deuda. Y es que muchas veces se lee que una operación se ha hecho con apalancamiento y ello es el usar endeudamiento para financiar una operación. En otras palabras, en lugar de realizar una operación con fondos propios, se hará en parte con ellos y además un crédito.
El prestigiado Blog Salmón, hace un tiempo señaló que si vas a la Bolsa e inviertes US$ 100,000 en acciones y al cabo de un año las acciones valen US$ 150,000 y las vendes, pues obtienes una rentabilidad del 50%. Pero ¿qué ocurre si realizamos la operación con cierto apalancamiento financiero? Imaginemos pues que ponemos US$ 200.000 en un negocio y que un banco nos presta US$ 800,000 a un tipo de interés del 10% anual. Si las acciones suben a US$ 1´500,000 y las vendemos. ¿Cuánto hemos ganado? Hay que pagar US$ 80.000 de intereses. Y luego debemos devolver los US$ 800.000 que nos prestaron. Es decir, ganamos US$1,5 millones menos US$880.000. A esto hay que descontarle los US$ 200.000 propios. Entonces quedan US$ 420.000.
Pero ojo antes de hacer ratios o numeritos, nuestro capital inicial eran US$ 200.000 y hemos ganado US$ 420.000. Es decir, un 210%. La rentabilidad se ha multiplicado gracias al uso del apalancamiento financiero. Me encanto la sencillez del ejemplo del blog que excluye impuestos y otros cargos para hacerlo sencillo y didáctico.
Pero hay sin duda riesgo al “apalancarse”. Siguiendo con las acciones pensemos que en el lapso ellas valen US$ 900,000. Hemos perdido US$ 100.000 de nuestro capital y hay que pagar los US$ 80.000 de intereses.
Pero con una diferencia muy importante. Si hubiéramos puesto nuestro capital y no nos “apalancábamos “perdíamos sólo US$ 100,000 de dinero propio. En el caso del apalancamiento nuestros US$ 200.000 se licuan pues el banco toma US$ 880,000 y sólo nos queda entonces US$ 20,000. Perdemos US$ 180,000 o lo que es solo mismo el 90% de nuestro capital. En consecuencia: ¡Las pérdidas se pueden multiplicar con el apalancamiento!
Peor que ello sería si las acciones bajan a US$800.000. No sólo perdemos entonces el 100% de nuestro capital, nos quedamos colgados con US$ 80,000 de deuda al banco.
En consecuencia: El apalancamiento financiero se suele definir: “como la proporción entre capital propio y el crédito”. Por ejemplo, si por cada dólar de capital propio el banco te presta 4, el nivel es 1.4. Esto es bastante razonable, ya que permite que una operación salga mal (pérdidas de un 25%) y el banco es capaz al menos de recuperar el capital prestado.
Además, cierto apalancamiento es bueno, ya que abre las puertas a inversiones que de otra forma no podríamos tener acceso. Hay otras ventajas más sutiles, pero no viene al caso. Pero hay que advertir, como ya hemos mostrado con el ejemplo, que cuando los niveles de apalancamiento son más altos los riesgos son también mayores.