La producción de crudo en EEUU en septiembre alcanzó otro récord mensual, impulsada por la resurrección de la cuenca de Bakken. Tras años de estancamiento, la cuenca, en Dakota del Norte, ha despertado y con ella la industria del fracking (perforación hidráulica) y el shale oil (petróleo de esquisto) en EEUU.
Ya es vox populi, que la producción de petróleo crudo de EEUU aumentó hasta alcanzar un nuevo récord mensual de 13,24 millones de barriles por día. Buena parte del mérito de este nuevo récord lo tiene la formación de Bakken, hogar del shale oil o petróleo de esquisto, el tipo de crudo que ha revolucionado la industria petrolera de EEUU y que ha puesto patas arriba este mercado otrora completamente controlado por Arabia Saudí y sus aliados de la OPEP, que hasta hace poco parece que llevaban el oro negro a 100 dólares el barril, por sus intereses.
Según revelan los datos del Departamento de Energía de EEUU, la producción de crudo aumentó un 1,7%, el mayor incremento desde marzo, según muestran los últimos datos. En Dakota del Norte, el tercer estado estadounidense con mayor producción de petróleo, la producción de crudo se disparó un 6,5%, hasta los 1,3 millones de barriles diarios (bpd) en septiembre, la más alta desde marzo de 2020.
Un analista de Capital Records, señala que «El acontecimiento, más importante de las últimas dos décadas es el cambio en el comercio neto de productos energéticos de EEUU. El aumento sin precedentes de la producción de petróleo en el país desde 2008, impulsado en gran medida por el desarrollo de depósitos de esquisto (la técnica del fracking o extracción de gas o petróleo del subsuelo mediante la presión hidráulica)- hizo que la balanza comercial energética de EEUU pasara de un déficit récord en 2008 a un pequeño superávit a partir de 2022».
El cambio más significativo, reseña el analista, se centra en las importaciones netas de crudo, que se han reducido a un déficit marginal desde algo más del 2% del PBI estadounidense en 2008. Junto con los pequeños superávits comerciales en fuel-oil, gas natural y otros productos petrolíferos, el comercio estadounidense de bienes petrolíferos está ahora prácticamente equilibrado, aunque el déficit de bienes no petrolíferos se acerca a niveles récord. En diciembre del 2018, el diario Wall Street Journal anunció que, gracias al fracking, EEUU se había convertido en un exportador neto de petróleo por primera vez en décadas. Ahora mismo, como hemos ya señalado es que EEUU está produciendo más de 13,24 millones de barriles diarios de petróleo crudo, muy por delante de Rusia y Arabia Saudí, con menos de 10 millones ambos.
Históricamente, EEUU ha sido un importador neto de petróleo. El aumento de los precios hace que el déficit de la balanza comercial de EEUU aumente a medida que se necesita enviar más dólares al exterior. A medida que las exportaciones de petróleo de EEUU han aumentado, los precios más altos del petróleo ya no contribuyen a un mayor déficit comercial de EEUU y, de hecho, ayudan a reducirlo.
«Este giro, a su vez, invirtió el efecto de las variaciones de los precios de los productos petrolíferos en la relación de intercambio de EEUU. En el repunte de los precios de la energía que precedió a la gran crisis, la relación de intercambio de EEUU se deterioró bruscamente. Esta fuerte correlación negativa se mantuvo firme a mediados de la década de 2010, cuando el precio del petróleo se desplomó, su relación de intercambio mejoró y el dólar se disparó en 2014/2015. Durante este periodo, el dólar también se benefició de la divergencia en las expectativas de una política más estricta por parte de la Reserva Federal y una política más laxa por parte de otros bancos centrales importantes, un buen ejemplo de un factor coincidente que exagera la fuerza de la correlación entre el dólar y el petróleo
En este contexto hace ya un lapso, el mismo analista Vincente Nieves del Economista, señalaba que la poderosa irrupción de la industria del shale oil y del fracking en EEUU, generó un espejismo energético, que anunciaban la desaparición del combustible caro y por ende la industria del fracking respondería a los precios, produciendo más crudo cuando el petróleo superase los US$ 40 a 50 dólares el barril.
Pero el Cartel OPEP, respiraba tranquilo, pues parecía que una vez más estaríamos a su merced. El petróleo llegó a rozar en el 2022 los US$ 140 por barril. La OPEP y Rusia llevaban años perdiendo cuota de mercado en favor de la industria petrolera de EEUU, gracias al shale oil y a las constantes mejoras en la técnica del fracking, que permitían extraer crudo a costes bajos.
La producción de crudo se multiplicó por más de dos entre 2011 y 2019, ayudando a rebajar el precio del ‘oro negro’ desde los 100 dólares de 2014 hasta US$ 40 y 70. «Del 2011 a 2019, la extracción de petróleo se duplicó con creces y la producción de gas natural aumentó un 50%. Pero vino el desajuste del mercado por la pandemia, pues en los inicios los precios de la energía cayeran en picado, lo que provocó un recorte en la producción, la inversión y la exploración, porque no era rentable a esos precios.
Pero, luego vino el recupero y la producción y la inversión estadounidenses tardaron, a pesar de la suba de precios. Los expertos ven en ello la incertidumbre. Antes de la invasión de Ucrania por parte de Rusia, había escenarios plausibles en los que los precios del petróleo podrían caer; otra desaceleración inducida por la pandemia, reducción de las sanciones a Irán y Venezuela, o una mayor producción de Arabia Saudí y la criminalización de la energía de los fósiles.
A esto súmenle lo que está produciendo Guyana y que China ha descubierto un campo de petróleo que podría contener 100 millones de TM en el noroeste, en el distrito de Huanxian. Algo impresionante.