EE.UU. es el más influyente del mundo. Y además de todo lo que es notorio, tiene en su haber, la potencia de sus alianzas y su papel en la creación de las instituciones y los principios del orden actual.
Bretton Woods, el Acuerdo General sobre Aranceles, la Organización Mundial del Comercio, tienen todos ellos enorme influencia. A eso súmenle ocho rondas sucesivas de negociaciones comerciales multilaterales.
Luego ganó la guerra fría y en los 80´s amplio la economía mundial y dio el OK a China a la OMC en el 2001. Hoy eso del “comprador”, le trae remordimientos y quiere rehacerlo, lo señala Martin Wolf en reciente post para el FT.
Señala que Janet Yellen, el 20 de abril, ha dicho que hay una nueva visión en los aspectos económicos para su país.
Al toque Sullivan, un alto funcionario asesor en Seguridad Nacional se explayó con que: Hay que renovar el liderazgo económico estadounidense. Y esto Wolf lo interpreta como que, representa un repudio de la política pasada para la potencia dominante del mundo.
Y es que una «economía global cambiante” dejó atrás a muchos; una crisis financiera que sacudió a la clase media; una pandemia que expuso la fragilidad de las cadenas de suministro; un clima cambiante que amenazaba vidas y medios de subsistencia y la invasión rusa de la que Ucrania subrayó el riesgo de dependencia excesiva.
Sullivan postula entonces 4 desafíos enormes: el vaciamiento de la base industrial; el surgimiento de un competidor geopolítico y de seguridad; la aceleración de la crisis climática; y el impacto de la creciente desigualdad en la democracia misma.
Por ello se necesita una política exterior para la clase media. Es decir, una estrategia industrial estadounidense moderna; la cooperación con sus socios para garantizar que también estén desarrollando capacidades, resiliencia e inclusión; ir más allá de los acuerdos comerciales tradicionales con una serie de aspectos como inversión para la transición a la energía limpia, garantizar confianza, seguridad y apertura en infraestructura digital y abordar la corrupción, entre otros.
Asimismo, movilizar billones en inversión en economías emergentes y también un plan para proteger «tecnologías fundamentales con un patio pequeño y una cerca alta».
Por ello los EEUU están implementado restricciones a las exportaciones de tecnología de semiconductores más avanzadas a China, que se basan en preocupaciones directas de seguridad nacional, para lo cual se mejorara el control de las inversiones extranjeras en áreas críticas relevantes.
Esto, insiste Sullivan, son «medidas a medida», no un «bloqueo tecnológico» y es de hecho un cambio fundamental en los objetivos y medios de la política económica de los Estados Unidos.
Y todo ello es plausible de aceptación general internamente. Pero un “Watch Out” en su financiamiento y en relación con los otros países del mundo es importante. Y que esto funcionará si es que conduce a un mundo más próspero, pacífico y estable.
El link correspondiente: https://www.ft.com/content/77faa249-0f88-4700-95d2-ecd7e9e745f9
