Charlie Munger, de 99 años; vicepresidente de Berkshire y socio del multimillonario Warren Buffett con quien se conoció en 1959 cuando tenía 35 y Buffett 28 años, advierte en entrevista al Financial Times, de una tormenta en ciernes en el mercado inmobiliario comercial de Estados Unidos, con bancos estadounidenses con «préstamos incobrables» a medida que caen los precios de las propiedades.
Aunque no es tan malo como lo fue en 2008, la cosa es complicada. En la crisis del 2008, la empresa Berkshire invirtió US$ 5,000 millones en Goldman Sachs y una suma similar en Bank of America en el 2011; pero hoy está al margen, dado el colapso de Silicon Valley y Signature Bank.
Señala que muchos bienes raíces ya no son tan buenos y hay edificios de oficinas con problemas, centros comerciales y otras propiedades problemáticas.
«Todos los bancos del país son mucho más estrictos con los préstamos inmobiliarios hoy que hace seis meses».
El Enfoque del socio de Buffett ha sido Ok, pues Berkshire ha generado rendimientos anuales compuestos de casi el 20%, el doble de la tasa del índice bursátil de referencia S&P 500, desde 1965.
Él mismo afirma que había vivido «un período perfecto para ser un inversor de acciones comunes» y que había ganado la mayor parte de su dinero con cuatro inversiones: Berkshire, el minorista Costco, su inversión en un fondo administrado por Himalaya Capital de Li Lu y Afton Properties, una empresa inmobiliaria que posee edificios de apartamentos en California y Nueva Jersey. Forbes estima su riqueza en US$ 2.400 millones.
Munger advirtió que la edad de oro para invertir había terminado y que los inversores tendrían que lidiar con un período de rendimientos más bajos.
«En el momento exacto en que el juego se está volviendo más difícil, tenemos más personas tratando de jugarlo», por ello Berkshire ha tenido problemas para encontrar inversiones que valgan la pena durante la última década, un hecho personificado por un saldo de efectivo que a menudo supera los US$ 100 mil millones y la elección de la compañía de recomprar miles de millones de dólares de sus propias acciones.
Muchos de los que están en el ruedo son poco más que «adivinos o astrólogos que están sacando dinero de las cuentas de sus clientes, que no se gana con ningún servicio útil». «Hay demasiado capital privado, demasiados compradores de todo tipo… Lo están convirtiendo en un juego muy difícil para todos».