Hace algunos años Esteban Hnylicza publicó un libro para las reformas de la tercera generación, en que la “mano invisible” a la que se refería Adam Smith debiera ir acompañada de un “abrazo invisible”, es decir, de un sistema enraizado de vínculos cooperantes entre el Estado y el mercado.
En la primera parte del libro se analizan las fallas en el eje público/privado; en el segundo problema de competitividad; en el tercero las relaciones globalización/localización; en el cuarto se propone políticas de cooperación entre espacios público y privado; y en el capítulo final se describen diseños institucionales para promover exportaciones, fomento a pymes y políticas de aprendizaje empresarial.
Un libro brillante que hoy en día cobra plena actualidad.
En este contexto, el analista Baca Campodónico, gran amigo del desaparecido Esteban, un brillante y reconocido economista de la UNI y del MIT, ha analizado una nueva ley de industrias promovida por la SIN y presentada por el Congresista José Jerí, al que le han dado con todo los tirios y troyanos quienes han señalado que eso es volver al régimen proteccionista de Velasco y además que ello sería de un enorme costo fiscal y demás hierbas.
El Profesor Baca fue invitado la semana pasada a RPP, pero desafortunadamente sólo se le dio 12 minutos, en ampliación de noticias. Por ello rescato lo que ha descrito en su reciente post y que pueden ver ustedes in extenso en: http://www.prediceperu.com/2023/12/02/Linterna-de.popa.422/
Baca sostiene que le parece estar ante la dicotomía entre un Estado Neoclásico minimalista y la de un Estado Desarrollista interventor.
Por eso para ubicar la Ley, presenta en su post un gráfico que analiza el desempeño del Sector Manufactura en las últimas décadas. Y presenta la evolución del PBI del sector manufactura y las importaciones como porcentaje del PBI total para el periodo 1950 – 2022. Se Observa claramente que, a partir de 1989, la participación del sector manufactura en el PBI ha caído sostenidamente, mientras que la participación de las importaciones ha crecido ostensiblemente.
Ello significa que cada vez producimos menos localmente e importamos más. Y claro es más rentable tener una empresa importadora que comercializa productos importados baratos que producirlos localmente.
Y esto va contra el empleo formal y deja el derrotero probable a una “Enfermedad Holandesa”, pues se cree que es el sector minero el que tiene que sacarnos de todas nuestras penurias, más aún ahora con los cambios que se avecinan a favor del litio y cobre, cuando no el metal oro. Y, además. son las exportaciones mineras actuales, las que nos alimentan de dólares y lo mantienen bajo del nivel de Colombia y Chile nuestros socios comerciales. Esto deprime más el sector industrial y obviamente un negocio de importación es fácilmente desmontable y puede pasarse a otra localidad o país. Una industria tiene sus restricciones.
Por eso Baca analiza esto en su post con “trade offs”; una combinación de compensaciones entre fallas del mercado y fallas del gobierno. Señala que corresponde al gobierno analizar las condiciones reinantes para neutralizar estas fallas de mercado, mediante una verdadera coordinación entre el gobierno y el sector privado, que permita superar este pernicioso circulo vicioso.
Para salir de esta situación no ayudan las posiciones extremas que sostienen que la “mano invisible” se encargará por si sola de resolver el problema. Se requiere del “abrazo invisible”, que es la cooperación entre el Estado y el sector privado, para eliminar las fallas de coordinación que son el origen de nuestros males.
Por ello enfatiza, que en ese abanico de posibilidades que nos ofrece el “abrazo invisible”, están los incentivos que puede ofrecer el gobierno para salir del entrampamiento en que se encuentra el sector manufactura. Y por ello ilustra una gama de incentivos destinados a neutralizar el impacto de las fallas de mercado sobre el sector industrial. Los incentivos inciden sobre los tres factores que determinan el PBI del sector manufactura: (i) Capital; (ii) Trabajo; y (iii) Productividad, los que tienen que implementarse en simultáneo. Y, eso se muestra en el gráfico N.2 que adjuntamos.
No quiero dejar de señalar, que la nota advierte que se requiere que adicionalmente estos incentivos cumplan con tres características: (i) que se otorguen a todas las empresas sin condición de tamaño, localización o sector; (ii) que sean incentivos endógenos, es decir que se otorguen contra resultados verificables; y (iii) que sean temporales, es decir que incluyan una cláusula de suspensión (“sunset clause”) al cumplirse un determinado plazo. Huelga decir que, para que estos incentivos sean efectivos, se requiere flexibilizar el mercado laboral e implementar una reforma tributaria integral que incluya la coparticipación de todos los impuestos, aparte de las reformas previsional y de salud y, por supuesto, un poder judicial que garantice los contratos.
Todo esto se explicita en la nota y hasta se toma de ejemplo el éxito de las agroexportaciones, entre otros y la posibilidad de repatriar capitales si se hace bien.
Los incentivos que trata este tema forman parte de un estudio integral realizado por MAXIMIXE por encargo de la SNI, para lo que se ha utilizado un modelo econométrico de equilibrio general dinámico computable que abarca 14 sectores de la economía. Los resultados de la simulación de este modelo indican que, en un horizonte de 10 años, los incentivos arriba señalados no generarían un costo fiscal sino, por el contrario, generarían un beneficio fiscal considerable.
En este contexto, el proyecto de una nueva Ley de Industrias del congresista Jerí no debe ser rechazado de plano, como lo han hecho algunos analistas, sino que debe verse, más bien, como una oportunidad de debate para remarcar la necesidad de mejorar el ambiente de negocios, como condición necesaria para el desarrollo económico del sector industrial y para sustentar la eficacia de los incentivos que se proponen. No todo incentivo es malo. Lo importante es su naturaleza y el contexto en que se den se señala. Y es por ello que el quid del asunto es “El Abrazo Invisible” no basta la mano de Adam Smith.