Allá por el año 2000 ejerciendo el cargo de Decano del CEL, fui invitado a una charla en un banco importante y estaba el ministro de economía, un asesor del gobierno y algunos más.
Me quedé absorto cuando el asesor como una máquina presionaba para que dolarizáramos la economía. Ese señor no era economista y no sabía del tema, pero había armado con terceros esa nefasta posibilidad.
Menos mal que nadie le hizo caso, pues la verdad no venía al caso. Por aquella época Ecuador si optó por liquidar su moneda. Dolarizar la economía implica reemplazar tu moneda con el dólar, y deshacerse del banco central, en este caso el de Argentina que Javier Milei llama «lo peor del universo».
El candidato que gano las primarias, hincha del monetarista y nobel., el notable Milton Friedman de Chicago, prometió dinamitar la institución monetaria. Borrarla del mapa. Y en su lugar pegarse a la política monetaria de los EEUU y no emitir un solo peso más.
Sólo necesita unos US$ 40,000 millones para el proceso señala. Con una inflación anual del 113%. y casi nada de dólares en sus arcas, el Central ha visto reducir a la mitad desde el principio de año su valor frente al dólar.
Este proceso supone que las tasas de interés serían determinadas por la FED, haciéndolas más predecibles y casi imposibles de manipular. Y esto es sin duda positivo, pues los argentinos usan dólares para casi todo.
Es plausible deducir que cualquier cosa que haga la Argentina, una economía pequeña, poco incidirá en los dólares. El principal atractivo, sin embargo, es que Argentina no podría imprimir efectivo. El morigerar al Central significa, que sería solo cuestión de tiempo antes de que el Estado reduzca su tamaño y la larga batalla contra la inflación llegue a su fin. Pero, siempre hay un pero; querido.
Se asume que los políticos reducirán automáticamente su endeudamiento a un nivel seguro. Esto sería cierto si la única razón por la que los gobiernos se endeudaran demasiado, fuera porque sabían que el banco central los rescataría.
En realidad, la mayoría de los gobiernos piden prestado porque existe una enorme presión para hacerlo. Cuando ocurre un desastre, las cosas se ponen aterradoras en una economía dolarizada. No hay un banco central que actúe como prestamista de último recurso ni para el gobierno ni para el sistema bancario. Los impagos se vuelven mucho más probables.
Ecuador cuando se introdujo la política, estabilizó los precios de inmediato. Pero tampoco logró detener los déficits fiscales del gobierno. Desde entonces, los responsables políticos han recurrido a formas cada vez más creativas de financiar el proyecto de ley, empujando al país a un acuerdo con el FMI en 2019.
Para la Argentina, el exceso fiscal ha sido un problema durante la mayor parte de un siglo. Es muy complicado que una dolarización Argentina sea exitosa. El país ha tenido 22 rescates del FMI en los últimos 65 años, dejando al fondo tan agotado que ha renunciado a exigir que el país alcance el punto de equilibrio.
Milei promete recortes por valor del 15% del PBI, a un sector público que representa el 38% del PBI, pero lucha por delinear de dónde vendrán.
Actualmente, Argentina ni siquiera puede pagar al FMI, al que debe US$ 44 mil millones. El banco central está quemando yuanes prestados de China. Milei ha sugerido vender empresas estatales y deuda pública en un fondo offshore para recaudar el capital necesario. Hay muchos otros problemas. Uno significativo es cómo el gobierno de Milei encontraría los U$ 40 mil millones que su equipo cree que son necesarios para dolarizar. Lo de la venta de empresas públicas es difícil que tenga mucha demanda.
Los precios de los bonos del país reflejan el hecho de que los mercados financieros están descontando otra reestructuración de la deuda. Es como advierte The Economist: Argentina puede necesitar incumplimiento, no dolarizar.
Ver https://www.economist.com/finance-and-economics/2023/09/07/argentina-needs-to-default-not-dollarise
