México con 131 millones de población; US$ 1273 billones de PBI, producción de 1,843,000 barriles de petróleo al día, casi 9% del PBI por turismo y remesas de migrantes por US$ 61,232 millones; tiene en junio una dicotomía de como enfrentaran los candidatos a presidente, las mafias que tienen atiborrado al país manejándolo a su antojo.
La plaza central de Ciudad de México se llenó con más de un millón de opositores el domingo 18 contra Andrés Manuel López Obrador (AMLO); protestando contra la polémica reforma electoral impulsada por este señor y que fuera aprobada en el Senado Mexicano.
Esta reforma había sido criticada desde sus orígenes por quienes temían que pueda debilitar al Instituto Nacional Electoral (INE) y, en consecuencia, afectar a la celebración de los comicios presidenciales del 2024.
En cuestión de horas, el Congreso mexicano aprobó el Plan B en diciembre del año pasado, mientras que el Senado lo hizo en apenas dos días la semana pasada.
Toda esta copiosa información está en las redes.
“El principal temor con la reforma es que la elección presidencial del 2024 no se lleva a cabo en las mismas condiciones en la que se eligió al presidente AMLO, pues recorta una serie de cosas, como al instituto que organiza las elecciones en el país, 6 mil funcionarios encargados de actualizar el padrón, de dar las credenciales, de organizar las elecciones, entre otras funciones. Todo eso lo desmantela para que el INE no pueda llevar a cabo todas sus funciones.
La presión sobre AMLO ha aumentado exponencialmente. En la marcha del 13 de noviembre, el presidente puso a la oposición diferentes tipos de adjetivos, como conservadores, rateros, corruptos, achichincles. Pero esa marcha fue exitosísima, y la del 26 de febrero era evidente que el miedo del presidente crecería aún más.
En este contexto, vale la pena leer: https://www.economist.com/the-americas/2024/02/08/mexicos-president-and-his-family-are-fighting-claims-of-corruption
The Economist señala que AMLO ha criticado durante mucho tiempo la corrupción. Pero el 30 de enero, un consorcio de medios de comunicación informó que en el 2006 su equipo de campaña había aceptado 2 millones de dólares de bandas de narcotraficantes a cambio de favores.
Los informes son de la DEA y hay un colaborador que dice que este tipo si sabía de la coima. Claro que AMLO lo niega, como lo hacen tantos zamarros que llegan al poder.
Pero hay más, como que el tercer hijo de López Obrador, Gonzalo López Beltrán, dirigía una red que cobraba de más a los contratistas que suministraban materiales para el Tren Maya, un tren turístico que es uno de los proyectos favoritos de su padre.
También circula que en el 2022 se reveló que su hijo mayor, José Ramón, había estado viviendo en una lujosa casa en Houston conectada con un contratista de Pemex, la compañía petrolera estatal.
Las encuestas revelan que el 86% de los mexicanos dice que los actos de corrupción son frecuentes cuando se trata del gobierno. Y, el 80% de los contratos públicos se siguen adjudicando sin licitación, a pesar de las promesas de cambio del presidente.
