Hace un lapso, Joe Biden definió tres ejes fundamentales: inversiones inteligentes, fortalecer a la clase media, mediante la educación, y ayudar a las pymes para reforzar la competencia.
Esto es el “Bidenomics”, con lo que busca convencer a los electores de que su política económica tuvo éxito, camino a las elecciones presidenciales del próximo año.
Biden afirmó que sus reformas deben “restaurar el sueño americano” con un crecimiento que beneficie a todos. Esto pese a que la mayor economía mundial aún no escapa de la recesión y en un contexto de altas tasas de interés y un precio de petróleo en alza y probables carestías de alimentos como el arroz, amén de los aspectos geopolíticos y el papel preponderante de la China.
Una encuesta hecha hace ya un tiempo por ABC y The Washington Post, colocaba a Donald Trump, 18 puntos por delante de Biden, en materia de gestión económica entre los votantes.
Asimismo, Stephen. Miran, miembro adjunto del Instituto Manhattan y asesor principal en el Tesoro de los Estados Unidos, 2020-21, raja del Bidenomics en el Wall Street Journal. Señala que hay varias huelgas que demuestran que los pilares clave de la agenda económica del presidente Biden son malos para la industria estadounidense.
Y es que ello aumenta los costos de producción, impulsa huelgas más frecuentes y erosiona la competitividad internacional. Y es que incluye muchos incentivos financiados por los contribuyentes para expandir la capacidad industrial.
Sólo los subsidios climáticos y energéticos de la Ley de Reducción de la Inflación superan el billón de dólares. Los créditos fiscales de manufactura de la Ley de Reducción de la Inflación incluyen requisitos de «salario prevaleciente», que obligan a las empresas que toman el dinero a cumplir o exceder el salario regional promedio para ese tipo de trabajo.
El analista Miran sostiene que obligar a los empleadores no sindicalizados a pagar los mismos salarios que los sindicalizados es sindicalización por otros medios. Los solicitantes de las subvenciones de conversión de fabricación nacional de la ley deben presentar «Planes de transición justa» que describan cómo retendrán o ampliarán los empleos bien remunerados. Pero para ser sostenibles, deben ser impulsados por una demanda de mano de obra duradera y mejoras de productividad que hagan que los trabajadores sean más valiosos.
Si los salarios se fijan por encima de los niveles del mercado, las empresas naturalmente buscarán reducir la mano de obra que utilizan, lo que resultará en una combinación estanflacionaria de precios más altos y menor empleo.
Hay hechos, señala el analista, como que Ford registró una pérdida de U$ 2 mil millones en el 2022, y su CEO ha dejado en claro que con las demandas de United Auto Workers de un aumento del 40% y una semana laboral de cuatro días les nefasto, levaría a la compañía a la quiebra, lo que resultaría en pérdidas de empleos.
Por el contrario, China, una fuerza insignificante en las exportaciones mundiales de automóviles hace solo dos años, ya superó a Japón como el mayor exportador mundial en 2023. Los líderes de la Unión Europea, temerosos de que los vehículos eléctricos subsidiados de China devasten el sector automotriz de la UE, acusan a su fabricante de vehículos eléctricos BYD de «inundar» el mercado automotriz europeo y están explorando restricciones a la importación.
Si bien gran parte de la base industrial de Estados Unidos ya se ha trasladado al extranjero, se pueden hacer poco competitivos al aumentar deliberadamente los costos de producción, lo que es una excelente manera de perder a los fabricantes que se quedaron.
Parece pues, que las políticas de la administración Biden erosionan en lugar de impulsar la competitividad.
Similares ejemplos hay en una ola de construcción, con un gasto en fábricas de casi U$ 100 mil millones más que hace un año. Pero eso significa mano de obra más costosa y, muy probablemente, más huelgas.
Las empresas están tolerando la sindicalización debido a los subsidios de los contribuyentes. Pero esos subsidios se agotarán por diversos motivos y los sectores construidos en torno a la Ley de Reducción de la Inflación se quedarán con costos de producción enormemente antieconómicos.
El Bidenomics sólo puede durar mientras el contribuyente siga pagando por ello y es poco probable que resulte en un aumento sostenible de la capacidad de fabricación o empleos en Estados Unidos.
Cualquier reindustrialización introducida por Bidenomics parece contener las semillas de su propio desmoronamiento. Y eso atañe a los programas como medicare y a que el crecimiento del PBI que se ha logrado, es algo aún a analizar con el debido detenimiento.