La ONU afirma que la población actual, entre los 1.452 millones de habitantes que tiene China y los 1.412 millones de India, se convertirá el año que viene este último, en el país más poblado del mundo.
La mitad del crecimiento previsto de aquí a 2050 lo concentran ocho países: Egipto, Etiopía, India, Filipinas, Nigeria, Pakistán, República Democrática del Congo y Tanzania.
Por ello se señala que el hito poblacional de 8.000 millones actual, es de una diversidad enorme.
Pero se advierte que el planeta está descuidado y hay mucha desigualdad; por ejemplo de género, donde se vulneran los derechos de las mujeres y se les niegan servicios básicos.
Este además es un planeta en el que el 1 % más pudiente se embolsa una quinta parte de la renta mundial y los habitantes de los países más ricos tienen una esperanza de vida de hasta 30 años mayor que los pobres.
He allí la base de tanto conflicto, se asevera. En este contexto, me llamó la atención un reciente artículo escrito por el profesor Richard Webb en que cuenta que en 1973, viajó a Huancavelica para conocer la mina Julcani y le costó un día entero el ir por un camino de tierra hacia el pueblo de Lircay en que todo era atraso.
Cuando regresó a los 40 años, el “volteretazo” era espectacular, en el sentido de carreteras pavimentadas y tráfico por doquier.
Lo mismo le pasó con el pueblo selvático de San Lorenzo, cuando en 1982 visitaba aldeas rusticas y años después fue designado capital de la provincia de Datem, con 20 mil habitantes, aeropuerto, edificios y universidad.
Webb entonces señala que el dualismo entre Lima moderna y prepotente y un campesinado atrasado y aburrido, está fuera de lugar.
Hay entonces un tercer actor que es una enorme población que vive en pueblos y que son el 50% del total del país. La población rural que era el 80% es ahora apenas el 20% y la migración más fuerte ha sido del campo a esos pueblos, lo que constituye una nueva demografía.
Este boom explica que desde el inicio del milenio y según el INEI, el ingreso rural aumento un 2.5% por año entre el 2004 y 2021, mientras que en Lima el aumento fue de casi cero %. Vaya que poco sabemos de lo nuestro eh.