La controvertida y valiente periodista turco británica Ceylan Yeginsu, escribe para el NewYork Times, que manifestantes en diversos lugares, realizan huelgas de hambre contra los desarrollos turísticos. Los funcionarios locales amenazan con cortar el agua a los alquileres vacacionales ilegales. Y los residentes rocían a los turistas con pistolas de agua.
Dice que lugares europeos de moda como Barcelona, Atenas y la isla griega de Santorini han llegado a un punto crítico, lo que ha convertido a los turistas en el blanco de una gran respuesta y eso que el turismo está creciendo
Muestra asimismo que el cambio climático también ha puesto una enorme presión sobre los destinos más populares. Julio fue el 14º mes consecutivo con calor récord en el planeta, según la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica, y España y Grecia experimentaron algunos de los días más calurosos que se han registrado, con temperaturas superiores a los 45 grados Celsius.
Aunque el turismo es un motor económico fundamental para muchos destinos europeos, algunos residentes sostienen que es necesario invertir más de los ingresos del turismo en las comunidades y las infraestructuras.
En Palma de Mallorca, la isla española; hay quienes sostienen que “Nos han invadido los turistas; la situación está fuera de control”. En julio, congregaron a más de 50.000 personas. Se quejaron que los precios han subido tanto que “ya no nos alcanza para vivir aquí”.
Algunos lugares están imponiendo límites a los visitantes. Por ejemplo, Île-de-Bréhat, una isla francesa frente a la costa de Bretaña que cuenta con sólo 400 residentes impuso recientemente un límite de 4700 visitantes al día.
La pandemia también exacerbó las quejas locales, después de que los residentes probaran la vida sin turistas. Cuando se levantaron las restricciones de viaje, las multitudes volvieron.
El post hace comentarios sobre Atenas, cuando las temperaturas superaron los 41 grados Celsius en julio, las autoridades cerraron la Acrópolis durante las horas más calurosas. El año pasado, el recinto milenario introdujo un sistema de venta de boletos para gestionar el número de visitantes, con un tope de 20.000 al día.
En julio estallaron protestas en Atenas contra el turismo de masas, había grafitis de “No a los turistas” en los edificios y los habitantes pedían medidas contra los alquileres vacacionales que, aseguran, se están apoderando de barrios enteros.
El año pasado, Santorini, una isla con 15.500 habitantes, atrajo a casi 3,5 millones de visitantes.
En Lisboa, las estrechas calles de la capital portuguesa se congestionaron tanto con los tuk-tuk y los turistas que algunos residentes dijeron que estaban poco dispuestos a salir de casa este verano.
“Es como salir de un estadio de fútbol después de un partido: un caos total y ya no reconozco a mis vecinos”, dijo Ann Cal, de 68 años, residente del barrio de Alfama, que, dijo, se ha visto invadido por los alquileres vacacionales. “Algunos días no quiero salir de mi departamento”.
Un grupo de vivienda de Lisboa ha iniciado una campaña para celebrar un referendo que prohíba los alquileres vacacionales en edificios residenciales. El grupo dijo que ha reunido suficientes firmas para presentar el proyecto al ayuntamiento.
El mes pasado, el Ayuntamiento de Lisboa anunció que limitaría el número de licencias y plazas de estacionamiento expedidas a los conductores de tuk-tuk para ayudar a aliviar la congestión.
Amsterdam, una de las ciudades más turísticas del mundo, recibió el año pasado la cifra récord de 23 millones de visitantes. Tras la pandemia, introdujo una serie de medidas estrictas, entre ellas un tope de 20 millones de visitantes anuales.
En el último año, se han aumentado los impuestos turísticos; se ha limitado el número de cruceros, que ahora tienen prohibido atracar en el centro de la ciudad; se ha prohibido la construcción de nuevos hoteles; y se han restringido los alquileres vacacionales.
La campaña en línea se dirige a los posibles infractores con videos que muestran las consecuencias del comportamiento antisocial, incluidas detenciones y multas. La ciudad también ha prohibido el consumo de marihuana en la calle y está tomando medidas para desalentar la venta de alcohol en el Barrio Rojo.
Todo esto que nos muestra esta excelente periodistas adscrita al New York Times, sin duda pone un punto de queibre a la famosa y denominada antaño “La industrias sin Chimineas” y que el año pasado ha tenido como 1,300 millones de turistas y como que la cosa ya no es admitida como Ok por las divisas y otros beneficios que ello conlleva.
Para Perú que en lo del turismo receptivo no discrimina ni selecciona demanda y sólo piensa en número de turistas, tiene mucho que reflexionar, de lo que viene pasando con esta importante actividad.
Ver: https://www.nytimes.com/es/2024/09/03/espanol/mundo/turismo-masas-verano-europa.html