El gatopardismo es el cambiar todo para que nada cambie, una paradoja expuesta por Giuseppe Tomasi di Lampeduda en el siglo 19. Aunque a cierta distancia, esto me trae a que la excelente analista del Financial Times, Rana Foroohar, raja al morir de la consultoría, un tema que también es de abuso presupuestal en el Perú.
Rana cuenta que trabajó para una gran empresa de revistas en los Estados Unidos, que estaba preocupada por la caída de los ingresos y la pérdida de lectores en el tema puntocom.
Se contrató a una importante empresa de consultoría de gestión. Después de meses de reuniones y millones en honorarios, llegó el veredicto. Sólo se necesitaba mejores ideas. Pero, la cosa no marchó señala Rana.
Y es que eso de «si puedes medirlo, puedes gestionarlo» de los negocios, se pierde mucho. Y, la cultura, la lealtad y la creatividad, no pueden fácilmente medirse.
Y hay el tema de que las empresas muy a menudo contratan consultores para poder culpar a alguien más si las soluciones a los problemas desafiantes salen mal.
Si a esto le añadimos el hecho de que la inteligencia artificial puede hacer cada vez más, tenemos una profesión que muy bien puede estar en declive secular y eso se nota.
Por ello Bain y McKinsey están despidiendo trabajadores y otras están recortando costos y los políticos populistas se muestran escépticos con los consultores. Tanto los académicos como los expertos de la industria se han vuelto más críticos en los últimos años.
La economista Mariana Mazzucato y su colega Rosie Collington, publicaron el año pasado La gran estafa: cómo la industria de la consultoría debilita nuestros negocios, infantiliza a nuestros gobiernos y deforma nuestras economías.
La Gran Estafa creció a partir de las décadas de 1980 y 1990 a raíz de las reformas tanto de la derecha ‘neoliberal’ como de los progresistas de la ‘Tercera Vía’, en ambos lados del espectro político.
Se podría incluso argumentar, sentencia Rana, que la consultoría de gestión moderna es el desafortunado hijo del taylorismo de principios del siglo XX, en el que Frederick Winslow Taylor, un ingeniero mecánico de Filadelfia, pretendía reducir la productividad de los trabajadores al segundo y de las ideas de la Escuela de Chicago sobre los mercados «eficientes», que ganaron fuerza a partir de la década de 1960.
Los consultores han creado un enorme mercado global predicando el evangelio de la disrupción.
Hay más mucho más en el post de Rana. Los invito a leerlo del todo y en lo que estoy plenamente de acuerdo. Está tan bien argumentado, que es cierto sin duda en demasía para nuestra realidad. Máxime que aquí en Perú el tema de consultorías ha sido un escándalo de gasto superfluo presupuestal, para por ejemplo repartir sueldos a adeptos al gobierno y gente del partido. Toda una calamidad. Todo un absurdo gasto corriente que al final del día, casi nadie lee, nadie opera sus sabios consejos.
Ver: https://www.ft.com/content/84ef55da-d53f-4057-9d39-69d99323ac9b