Trump en campaña prometió poner la política monetaria bajo su control.
Sylvester Eijffinger y Edin Mujagic, ambos de la Universidad de Tilbrug, lo recuerdan pues Trump señaló enmendar la Ley de la Reserva Federal para darle al presidente una mayor voz en la formulación de la política monetaria.
Trump argumentó que las subidas de los tipos de interés de la Reserva Federal de Estados Unidos en 2022-23 no fueron lo suficientemente rápidas como para combatir la inflación.
Ahora dice que los recortes de tasas de la Fed están avanzando con demasiada lentitud.
Para Trump, la política monetaria tiene que ver con los sentimientos viscerales, y una cosa que su instinto le ha dicho que haga es despedir al presidente de la Fed, Jerome Powell, a quien él mismo nombró en 2017.
Powell insiste en que el presidente «no está autorizado por la ley» a despedir al presidente de la Fed, pero eso no impedirá que Trump presione públicamente al banco central.
Peor aún, las posibilidades de Trump de obtener lo que quiere han mejorado ahora que los republicanos han asegurado el control tanto del Senado como de la Cámara de Representantes.
Incluso podrá nombrar al próximo presidente de la Fed cuando termine el mandato de Powell en ese cargo en la primera mitad de 2026.
A juzgar por las primeras nominaciones del gabinete de Trump, no cabe duda de que elegirá a un leal que cumplirá sus órdenes.
Estas son perspectivas preocupantes, porque la erosión de la independencia del banco central podría costarle caro a la economía estadounidense.
Un banco central competente e independiente es el mejor garante de la estabilidad de precios, y que mantener la inflación baja y las expectativas de inflación ancladas tiene enormes beneficios para la economía en general.
En 1972, Richard Nixon persuadió con éxito al presidente de la Reserva Federal, Arthur Burns, para que adoptara políticas que ayudaran a su campaña de reelección.
La Fed bajó los tipos de interés a pesar de que la inflación se mantuvo alta, lo que contribuyó a la estanflación por la que ahora se recuerda esa década.
La crisis inflacionaria, desencadenada por el embargo petrolero de la OPEP contra Estados Unidos en 1973, se prolongó durante la década de 1970.
No fue hasta que el presidente de la Fed, Paul Volcker, subió los tipos al 20% a principios de la década de 1980 que se restableció la estabilidad de precios.
Aunque Powell ha señalado que no se dejará intimidar por Trump, eso no significa que la Fed conservará el mismo grado de independencia que tiene hoy.
La Ley de la Reserva Federal es bastante vaga si el presidente puede despedir al presidente de la Fed.
El caso tendría que ser resuelto por la Corte Suprema de los Estados Unidos.
Y los jueces estadounidenses suelen interpretar que «con causa» significa fraude o negligencia en el cumplimiento del deber.
Un desacuerdo sobre las políticas de tasas de interés no es motivo suficiente para la destitución del presidente.
Incluso si la Corte Suprema de EE. UU. finalmente fallara a favor de Powell, las apelaciones legales y las audiencias llevan tiempo, lo que significa que los mercados financieros estarían sujetos a un período disruptivo de incertidumbre.
Y lo mismo ocurre con cualquier esfuerzo de Trump y los republicanos del Congreso para revisar la Ley de la Reserva Federal, que sin duda se enfrentaría a desafíos legales.
La determinación de Trump de restringir la independencia de la Fed debería preocuparnos a todos.
Las promesas que ha hecho Trump significan que Estados Unidos y el resto del mundo se enfrentan a una montaña rusa monetaria durante los próximos dos años, al menos hasta las elecciones de mitad de mandato de 2026.
Mas la independencia del banco central sigue siendo uno de los factores más importantes para mantener los precios estables y la economía en marcha.