La caída de los tributos del gobierno central, en septiembre del 2023, fue de casi 19% en términos reales. Séptimo mes consecutivo en que cae la recaudación. La tendencia es negativa. Ya debería haber alerta amarilla.
Jorge Baca en reciente post, presenta un gráfico de la evolución trimestral de la Presión Tributaria para el período I-T 1996 – III-T 2023, y con promedio móvil de los 4 últimos trimestres, para evitar las estacionalidades. A mediados del 2022 se ha iniciado una caída sostenida de la presión tributaria de 17.4% a 15% en el tercer trimestre de este año. El nivel actual de la presión tributaria, si descontamos el periodo de la pandemia, nos remonta a los niveles registrados en 1997, es decir 26 años de retroceso. Esta situación revela el fracaso de la política tributaria del gobierno y la ineficiencia de la SUNAT. Lo que es muy grave y a nadie parece importarle pues el gordito del MEF ha subido el PIA del próximo año mucho más.
La alta volatilidad de la presión tributaria, revela que la “flotabilidad” del sistema tributario (“buoyancy” en inglés), definida como la elasticidad de los ingresos tributarios, que representa su variación frente a cambios en el PBI, es elevada. Se sabe, por experiencias de muchos países a lo largo del tiempo, que los ingresos tributarios crecen a tasas mayores que el crecimiento del PBI y viceversa. En el Perú este fenómeno lo hemos observado a lo largo de las últimas dos décadas y, más recientemente, con el crecimiento exagerado de la recaudación en el periodo postpandemia y ahora, con una caída que supera la disminución del PBI. En periodos de expansión de la economía los contribuyentes son más propensos a pagar sus impuestos. Cuando las cosas se ponen difíciles, los contribuyentes dan mayor prioridad a gastos más urgentes y demoran sus pagos de impuestos y son más propensos a evadirlos.
El IGV, que es el impuesto más importante de nuestra economía, no se escapa de este comportamiento y Baca lo demuestra con la evolución trimestral del IGV, neto de las devoluciones, como porcentaje del PBI, que está en esa situación de caída.
Aquí Ojo, Pare Cruce y Tren: Baca señala que como este indicador mide la recaudación como porcentaje del PBI, sus valores no deberían oscilar tanto ya que el IGV, siendo un impuesto al valor agregado, debería subir (bajar) en la misma proporción que el aumento (disminución) del PBI. La gran volatilidad se explica por el uso excesivo de exenciones a diferentes bienes y servicios como ha sido el caso en los últimos meses. De nada sirven el uso de la “factura electrónica” y otros sofisticados mecanismos que utiliza la SUNAT, si la reducción de la base tributaria es forzada por el poder Ejecutivo o el Congreso a través de subsidios o exenciones.
En rigor entonces el impacto inmediato será un considerable aumento del déficit económico del gobierno. El presupuesto del 2023 fue elaborado con proyecciones de ingreso muy optimistas, basadas en los inflados resultados del 2022, la suba del cobre y los adelantos de pagos de algunas deudas de mineras.De mantenerse el ritmo de gastos del gobierno, el déficit fiscal debe seguir aumentando.
En el mes de septiembre, el déficit del sector público llegó a 2.8% del PBI y se proyecta que cerraremos el año con un déficit superior al 3% sentencia Baca. El ritmo de crecimiento del déficit fiscal va de contramano con los objetivos trazados en el Marco Macroeconómico Multianual (MMM). Señala asimismo que en su último reporte, emitido por el FMI, en cumplimiento del Artículo IV a inicios de este año, el organismo multilateral llamó a tener cautela con la temporalidad del incremento de la recaudación. De igual manera el Consejo Fiscal del Perú alertó sobre el optimismo de las proyecciones de los ingresos fiscales. La probabilidad de la aparición de un severo El Niño en 2024 y el aumento de los precios del petróleo complican aun más el escenario fiscal, que ve limitado su capacidad de gasto. El gobierno se verá forzado una vez más a recurrir al endeudamiento para afrontar la emergencia, lo que es terrible.
Y sin duda la urgencia es reducir el enorme y absurdo Gasto Corriente y una reingeniería total de la economía, la que con piloto automático o esa estupidez del Punche Perú, no vamos sino a estrellarnos. Baca señala que la redistribución de los ingresos no se da exclusivamente por el lado de los impuestos sino también por el lado del gasto público. Debe considerarse la aparición de nuevas actividades económicas asociadas a la tecnología del “blockchain”. Se requieren nuevas leyes y reglamentos que no solo regulen estas actividades sino que puedan ser utilizadas para mejorar la administración tributaria y facilitar la tarea al contribuyente. Es necesaria, advierte, una reforma tributaria que debe ser aprobada antes que finalice este gobierno para sentar las bases de una recuperación sostenida de la economía.