Pese a que, en los EE. UU., la inflación se ha desacelerado bruscamente, los precios de la gasolina han bajado, los puestos de trabajo son abundantes, los ingresos están aumentando y el mercado de valores es fuerte, los norteamericanos no están contentos, más bien están apesadumbrados, pesimistas.
Y The Economist señala que hay encuestas que denotan que la economía está en mal estado y que el presidente Joe Biden la está gestionando mal.
El Índice de confianza del consumidor de la Universidad de Michigan, ha rebotado a niveles vistos por última vez durante la crisis financiera mundial de 2007-2009y se sitúa a un 30% por debajo de su pico reciente en vísperas de la crisis de covid-19 a principios de 2020.Y varias encuestas apuntan a lo mismo como la del The Economist /You Gov.
Las preguntas centradas en el historial de Biden, producen aún menos entusiasmo: dos tercios de los encuestados en una de Gallup en noviembre desaprobaron su manejo de la economía. Y todo esto, a pesar de que Estados Unidos ha superado a sus pares grandes y desarrollados en los últimos años.
Los ingresos personales después de impuestos son aproximadamente un 15% más bajos ahora que en marzo de 2021, cuando se vieron respaldados por el enorme paquete de estímulo aprobado por los demócratas poco después de que Biden asumiera el cargo.
Otra comparación poco halagüeña con el pasado reciente: las agresivas subidas de los tipos de interés necesarias para controlar la inflación han encarecido mucho los préstamos para casas y coches.
El Comité Nacional Republicano dice que Bidenomics está «excluyendo a millones de personas del sueño americano».
Sin embargo, como la administración Biden está muy interesada en señalar, hay muchas cosas que gustan de la economía actual.
El supuesto estancamiento de los salarios del sector privado es, de hecho, una ilusión estadística causada por el sesgo al alza del índice de precios al consumidor.
Si se utiliza una alternativa mejor, el índice de gastos de consumo personal al que apunta la Reserva Federal, los salarios reales siguen aproximadamente su tendencia anterior a la pandemia.
Con un 3,7%, la tasa de desempleo está apenas un poco por encima de su nivel más bajo en cinco décadas. El crecimiento de los salarios ha sido especialmente fuerte para los estadounidenses de bajos ingresos.
El S&P 500, un índice de las principales acciones de Estados Unidos ha estado coqueteando con máximos históricos.
A juzgar por la gama de indicadores, buenos y malos, los estadounidenses parecen ser excesivamente pesimistas.
En su estudio, los analistas Cummings y Mahoney calcularon que la antipatía republicana hacia una Casa Blanca controlada por los demócratas puede representar alrededor del 30% de la brecha de sentimiento en la actualidad.
Otro elemento puede ser el tono de la cobertura de las noticias con todo lo que representa hoy en día las redes y los “Fake News”.
Desde 2021, el índice de sentimiento de las noticias, al igual que el índice de sentimiento del consumidor, ha sido notablemente peor de lo que cabría esperar de los datos.
Una última explicación es que puede haber simplemente un largo desfase entre la recuperación pospandémica y los sentimientos sobre la economía.
«Se cree que si podemos seguir manteniendo un mercado laboral ajustado al tiempo que aliviamos la inflación y generamos aumentos salariales reales. Esa receta debería reflejarse en una mejora de la confianza. Y creemos que estamos empezando a ver eso», dice Jared Bernstein, presidente del Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca.
¿Será esto posible y y ayudará en las próximas elecciones?
Por ello refuerzo lo dicho con una nota de Pinelopi Koujianou Goldberg, execonomista jefe del Grupo Banco Mundial y editor en jefe de American Economic Review, profesor de Economía en la Universidad de Yale.
Y es el tan famoso: “Es la economía, estúpido» usado por Clinton en la campaña de 1992 que fue decisivo, el que este académico se pregunta ¿Se reivindicará ese mantra una vez más este año?
El mercado laboral sigue ajustado y las políticas del presidente Joe Biden han beneficiado desproporcionadamente a los estadounidenses de bajos ingresos. Pero, la respuesta de descontento masivo a las encuestas es impresionante y se lleva de encuentro a Powell de las Fed. Ojo nada que ver con Hamas, las cifras son anteriores al ataque del 7 de octubre.
Se dice que, la desigualdad de ingresos estándar –medida por el coeficiente de Gini o la dispersión salarial– no explica obviamente el aumento del descontento.
Después de aumentar en las décadas anteriores, la desigualdad de ingresos se ha mantenido estable en los últimos años, y las políticas de Biden han buscado explícitamente abordarla.
Por otro lado, las desigualdades en los resultados de salud o entre regiones siguen siendo evidentes, y las políticas económicas actuales no pueden hacer mucho para revertirlas a corto plazo.
Aún más importante, quizás, es la creciente sensación entre la gente en muchas partes del país de que las élites políticas y académicas se han olvidado de ellos y se preocupan más por Palestina en el Medio Oriente que por East Palestine, Ohio.
Una segunda hipótesis, es que la incertidumbre sobre las perspectivas profesionales y económicas ha aumentado en un mundo marcado por la IA, los conflictos geopolíticos y el cambio climático.
La movilidad ascendente de la que disfrutaban las generaciones anteriores ya no parece probable. Y esto ha marcado fuertemente a las jóvenes generaciones.
Una tercera hipótesis se centra en el declive general de las instituciones y la vida pública, que abarca todo, desde la pérdida del discurso civil hasta la gerontocracia, la profundización de la polarización y la parálisis políticas recurrente.
Pero si bien algunas formas de desigualdad han aumentado, otras han disminuido notablemente como, por ejemplo, la Universidad de Yale, tuvo alrededor de 18,000 solicitudes para la clase de 2007, en comparación con aproximadamente 52,000 para la clase de 2027.Ahora el sueño está al alcance de la mano, y las solicitudes han llovido.
Ojo, que la misma decepción que surge de las promesas incumplidas en un mundo de aspiraciones crecientes puede explicar el descontento en muchos otros contextos,
Pero por difícil que sea para un economista admitirlo, una cosa es cierta: no es solo la economía, estúpido.