Es tragicómico, las alabanzas que le prodigan al BCRP porque el sol no se devalúa o porque tiene una buena Posición de Cambio. Lo cierto es que Velarde y su “people” hoy manejan el Instituto emisor, mirando el espejo retrovisor. Y habría que decirle a Velarde: “don’t give me excuses, give me results”.
Y hay fallas pues. La gente está trayendo de vuelta los dólares que se llevaron cuando Castillo llegó. Si le sumamos las actividades ilícitas, eso explica porque el BCRP no interviene en el mercado spot.
Velarde al no comprar, está arruinando a los pequeños exportadores y haciendo ganar a los bancos. Además, el retraso en usar la tasa de referencia; el desastroso manejo del FEF y no haber comprado una sola onza de oro, incluso a precio de US$ 700 la onza.
Hoy en día el precio del oro se está acercando a cotas históricas. No es solo el rally del metal, sino que los centrales de varios países están acumulando oro. Yo creo que el dólar no va a dejar de ser reserva, pero el oro será parte del refugio.
El precio está en US$ 2.000 dólares por onza. Los datos del BCA Research, señalan que la asignación global de reservas de divisas en oro es casi 10% más alta que las reservas en el yuan o la esterlina.
El aumento de la demanda no está liderada por los habituales inversores que buscan una protección contra la inflación y los bajos tipos de interés reales.
Los grandes compradores son los Centrales, reduciendo sus tenencias de dólares. Representan un récord del 33% de la demanda global mensual de oro, asegura Ruchir Sharma, jefe de Rokefeller Internacional, en una columna publicada en el Financial Times.
Las reservas mundiales de oro acumuladas han aumentado en 52 toneladas en febrero, el undécimo mes de compras netas, tras un incremento de 74 toneladas en enero, según los últimos datos del World Gold Council.
El Banco Popular de China informó que sus reservas de oro aumentaron 25 toneladas durante el mes.
El oro está OK en la era de la digitalización. ¿Es que con economistas notables en el BCRP, nadie advirtió sobre el tema? O un artículo en la Revista Moneda.
O un chisme por allí de los amigos del FMI o del Banco Mundial. O las revistas extranjeras que lo ungen a Velarde como el banquero central más chévere de la región.