En un mercado de criptos de US$ 3 billones, Doug Nolan acaba de reportar que Bitcoin cotizó esta semana a US$ 99,978, terminando con ganancias del 132% en el 2024.
Desde las elecciones, Bitcoin ha subido un 43%, con Ethereum un 39%, Ripple un 215%, Cardano un 240%, Solana un 54% y Dogecoin un 144%.
En rigor, Bloomberg se ha expandido para incluir precios para 58 criptomonedas en sus páginas.
Por ello Stephen Diehl ingeniero de software y autor de ‘Popping the Crypto Bubble’, señala que el cambio de Bitcoin hacia la respetabilidad debería preocuparnos a todos y que los reguladores no han establecido los controles necesarios para abordar la divulgación subyacente, la manipulación y los riesgos sistémicos. Y Trump gano las elecciones prometiendo la desregulación de las criptos.
Y vaya que la historia de Bitcoin y las criptos ha tenido enormes detractores de todo calibre, de los gobiernos y hasta académicos, cuando no bolseros.
Pues bien, la historia tenía otros planes.
A medida que el bitcoin supera los 85.000 dólares, duplicando su precio en el último año, nos encontramos en lo que podría llamarse una «paradoja de la legitimidad institucional».
Bitcoin, concebido como un sistema de efectivo electrónico peer-to-peer que eliminaría la necesidad de intermediarios financieros, ahora se negocia principalmente a través de fondos administrados por los mismos intermediarios a los que se suponía que debía eludir. Una paradoja que no parecía tener lugar.
Hace dos años, el colapso de los precios de las criptomonedas pareció confirmar lo que los escépticos habían sostenido durante mucho tiempo: los criptoactivos eran una burbuja especulativa inflada por el dinero fácil y la exuberancia de la era de la pandemia.
La implosión del exchange de criptomonedas FTX de Sam Bankman-Fried, junto con el aumento de las tasas de interés, pareció sonar la sentencia de muerte para las aspiraciones principales de las criptomonedas.
Sin embargo, en el 2024, lo que pasa puede describirse como una reanimación similar a la de un zombi.
Esta recuperación es diferente del último máximo de bitcoin.
El fondo cotizado en bolsa de bitcoin al contado de BlackRock está acumulando miles de millones de dólares en activos.
Por ello copio textual lo que señala el autor en su artículo y que hace sentido.
“El cambio hacia la «respetabilidad» debería preocuparnos a todos. La adopción de las criptomonedas por parte de la industria financiera es menos una validación de su supuesto potencial revolucionario y más un intento de extraer tarifas de lo que es, esencialmente, un juego. Ha neutralizado efectivamente la promesa radical de desintermediación de las criptomonedas. Los reguladores no han establecido los controles necesarios para abordar la divulgación subyacente, la manipulación y los riesgos sistémicos. Ahora nos encontramos en una situación precaria en la que la supervisión es fragmentada, inconsistente e incoherente, con diferentes organismos que trabajan con propósitos contradictorios y sin principios claros que guíen la política. Esta es la era de la captura institucional de criptomonedas”
Y enfatiza que la gran visión de Bitcoin de un sistema financiero sin confianza se ha reducido a una entrada más en los libros de contabilidad de la Depository Trust & Clearing Corporation, la enorme cámara de compensación que procesa casi todas las operaciones bursátiles en los EE. UU.
Las implicaciones para los fondos de pensiones y sus beneficiarios son preocupantes.
Se está sentando un precedente y para considerar la exposición a las criptomonedas como parte de una cartera «moderna».
Y ello a pesar de que sus características fundamentales permanecen inalteradas, ya que no produce flujos de caja, no tiene valor intrínseco y sus movimientos de precios están impulsados abrumadoramente por el sentimiento minorista.
Para mayor Inri, Trump ha prometido desregulación.
En este vacío regulatorio, podríamos ser testigos de cosas que hacen que las fechorías de FTX parezcan un mero juego de niños.
Los actores institucionales, liberados de una supervisión significativa, podrían crear vehículos de inversión bizantinos, empaquetando y reempaquetando activos digitales en productos sintéticos que agrupen los riesgos financieros y de software de formas nuevas e invisibles.
Esto puede afectar a los ahorros para la jubilación y a las carteras institucionales de una manera que no hemos visto antes.
La actual carrera alcista expone una realidad más precaria: la adopción de las criptomonedas por parte de la industria financiera no es más que un talento perpetuo para transformar las tendencias especulativas en productos generadores de comisiones.
La advertencia está dada ¿Le harán caso?
Dificulto. La avaricia es uno de los pecados más populares de los timberos que cada vez quieren más y más. No hay límite.