La prioridad de los diarios de la selva peruana se aleja mucho de la coyuntura política que se vive en Lima. Sus portadas se enfocan en la problemática de su región. En las calles, la campaña municipal se vive intensamente con grandes carteles que generan contaminación visual en medio del intenso sol. En la región San Martín no llega ni el eco de la vacancia. La presencia de la figura del presidente Castillo es casi nula. En Tarapoto, por ejemplo, la gente vive en una especie de país imaginario, un país donde el enfrentamiento político del Congreso y la denuncias por presunta corrupción del Ejecutivo, son apenas dos delgadas líneas en la agenda de la región.
La gente vive feliz disfrutando del eterno sol, la dichosa lluvia y los potajes que produce su hermosa tierra. Tal vez, en la selva peruana, han entendido que de los políticos no se puede esperar nada. Aquí también la corrupción está presente, pero en menor grado. Solo pequeñas obras y algunas adquisiciones manchan la labor de la política local.
En esta región, que parece ubicada en la frontera de la ficción, hay cosas positivas que no dejan de sorprender. Sus calles son limpias, su gente es amable, y la delincuencia es casi nula. Una realidad que ha sido posible gracias el permanente trabajo cultural que se hace en la región. No botar basura a las calles y entender que robar es algo que no se debe permitir, nos habla de la consciencia de una sociedad que aprendió a identificar y rechazar las acciones que denigran a un país.
Pero este distanciamiento con la realidad de la política nacional, también me preocupa, y eso es lo que más llamó mi atención. En la región San Martín, en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, Pedro Castillo alcanzó el 56.111% de los votos; mientras que Keiko Fujimori, obtuvo el 43.889%. Es decir, el actual gobierno fue respaldado por un total de 240 241 votos. Tal vez aquí se encuentre la respuesta de la casi nula información de las investigaciones contra el presidente Castillo en los medios locales. Ya que ocultar la información sobre las investigaciones contra el presidente Castillo, es una estratégica manipulación.
Resulta contradictorio que en la región San Martín, donde se castiga duramente a los delincuentes, se ignore de las actividades de Bruno Pacheco, Zamir Villaverde, Juan Silva, Karelim López o del sobrino del presidente Fray Vásquez Castillo. Parece que la desinformación segmentada en otras regiones del Perú es el apoyo más sólido que puede tener el presidente Castillo, un presidente que miente con descaro.
En estos 201 años que el Perú cumple como república, tenemos que entender que Lima no es el Perú. Y los que hemos sido testigos del mensaje del presidente Pedro Castillo por 28 de julio, sabemos que el pollo ya está muerto. Todavía no tenemos nada que celebrar.
(*) Periodista y director de la revista Lima Gris