“La gestión de las culturas será descentralizada, una de las cuentas pendientes es el reconocimiento de la diversidad cultural en la formulación de políticas públicas. Resulta necesario interculturalizar al Estado; es decir, establecer que cuando se toman decisiones relevantes, se tome en cuenta las voces de los pueblos y las comunidades originarias y del pueblo afroperuano. En este sentido, se requiere una reestructuración del Ministerio de Cultura, empezando por el nombre, que atendiendo a la realidad deberá ser renombrado como el Ministerio de las Culturas”, fueron las palabras del presidente Pedro Castillo el 28 de julio de 2021. Siete meses después, nada de esto se ha cumplido.
Desde que Castillo Terrones asumió como mandatario han pasado tres ministros de Cultura en su gestión; el primero fue Ciro Gálvez, quien con su llegada a la sede central de la Av. Javier Prado inició una lucha frontal contra los caviares y las mafias enquistadas en el MINCUL. Luego llegó la activista Gisela Ortiz Perea, con una ignorancia sobre el sector más grande que el Océano Pacífico. Sus únicos logros fueron declarar el símbolo proterrorista “El Ojo que Llora” como Patrimonio Cultural de la Nación y designar a Luis Elías Lumbreras, denunciado por corrupción, colusión ilegal y malversación de fondos, como encargado del Qhapaq Ñan.
El tercer ministro de Cultura es Alejandro Salas Zegarra, que en la actualidad representa la cuota de poder de Somos Perú en el gobierno. No cuenta con experiencia en el sector cultural y ha comenzado su gestión con el pie izquierdo. Primero nombró a Percy Alvarado Vadillo como Secretario General, pero a los tres días le pidió su renuncia por las denuncias de acoso sexual en su contra. Hace dos días designó a Ana Milagros Ninanya Ortiz como la nueva Secretaria General, una funcionaria que llega desde el INPE al Ministerio de Cultura, es decir, otra persona sin experiencia en el sector cultural. Ante esto el ministro Salas se lava las manos y anda diciendo en el piso 8 de la sede central del MINCUL que SERVIR se la envió. ¿Y dónde quedó la revisión exhaustiva de los perfiles y antecedentes de todos los funcionarios del sector para garantizar su idoneidad, integridad y capacidad para asumir las responsabilidades? Y ni hablar del silencio del ministro Alejandro Salas frente a la designación de Luis Elías Lumbreras.
Como vemos, todo son falsas promesas, mentiras repetidas, cháchara burocrática. ¿Qué sabe Pedro Castillo de políticas públicas para la cultura? Absolutamente nada. ¿Qué muestra de integración afroperuana vemos en su gabinete? ¿Acaso alguno de los ministros es afroperuano? La realidad es que en estos siete meses de gobierno no se toma en cuenta la voz de las comunidades originarias ni la de los pueblos afroperuanos.
Con un presidente que ignora el sector cultural, jamás se podrá elegir ministros idóneos, tampoco se logrará ninguna restructuración en el Ministerio de Cultura. La prueba de esto es que en siete meses ni el nombre han podido cambiar. Visto así ¿logrará siquiera cambiar algo? Lo dudamos.
(*) Periodista y director de la revista Lima Gris