Esta semana el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu se encuentra en Nueva York, donde los diversos jefes de Estado se dirigirán ante todos los países miembros de la ONU en la Asamblea General. Sin embargo, un hecho particular llamó la atención.
Las protestas locales israelíes han tomado un paso muy amplio, inédito, y no solamente han seguido protestando a través de las altas fiestas judías, sino que han seguido al primer ministro hasta el edificio de las Naciones Unidas para seguir protestando en contra de la reforma judicial.
Reflectores poderosos mostraron los mensajes de protesta en el edificio de las Naciones Unidas, y los manifestantes se congregaron en diferentes puntos de la agenda de Netanyahu.
Más allá de la reforma judicial, veo con asombro la capacidad de organización y de compromiso que existe dentro de los grupos que están activamente protestando en Israel, y surgen varias preguntas: ¿cómo lograr que una protesta sea efectiva actualmente?, ¿cómo se puede usar efectivamente el internet como herramienta de protesta?, y ¿cómo estas protestas forjan su legitimidad tanto a nivel nacional como internacional? Trataré de responderlo a través de mi perspectiva a través de algunos artículos.
Desde las primeras veces que visité la calle Kaplan en Tel Aviv, donde se reúnen los protestantes cada sábado desde hace ya más de 35 semanas, tuve varias observaciones. Lo primero es “lo obvio”, el lugar está lleno. Muy lleno. Se estima que cada semana 100,000 personas se reúnen en diferentes puntos del país para protestar, siendo Kaplan la protesta central.
Pero después vienen las conjeturas: ¿por qué habrían elegido esta calle como el punto central de la protesta? Es cierto que los cuarteles generales de ejército están al lado, más la protesta no es contra el ejército. De hecho, un grupo de reservistas del ejército lidera las protestas usualmente. Así que esa no sería una razón.
¿Será por las oficinas gubernamentales en el edificio del frente? Seguramente no, porque dichas oficinas cierran el sábado y no hay nadie en ella, ni políticos ni trabajadores públicos. Tampoco es un lugar disruptivo, pues, aunque es cierto que es una avenida central en Tel Aviv ya los habitantes se acostumbraron a simplemente no pasar por el área los sábados.
Entonces, ¿es efectiva la protesta? Creo que hay algunos ingredientes que sí permiten su eficacia. Uno de ellos es la presencia de líderes políticos de la oposición, quienes interactúan con los protestantes, escuchan los discursos y leen las pancartas. Esta voz puede ser llevada al parlamento.
Otro factor de éxito es el número de participantes. 100,000 personas es un número extremadamente amplio para un Estado de menos de 10 millones de habitantes, una proporción de más del 10% de la población protestando cada semana en las calles. Para ponerlo en perspectiva, es como si casi 3.5 millones de peruanos salieran a protestar cada semana.
Pero esto no ha sido suficiente, pues la reforma judicial a la que protestan no solamente sigue en pie, sino que avanza en el parlamento cada vez más y más. Así, yo creo que es la influencia de las redes sociales y el internet de darle profundidad al movimiento de protesta. Con base a las preguntas planteadas seguiremos la reflexión el siguiente artículo.
(*) Analista internacionalista.
