Por: Federico Prieto Celi / Dentro de la postergación de las celebraciones religiosas en el país, para preocupación de los fieles, es una buena noticia que se vaya a celebrar el Te Déum en la catedral de Lima, por el arzobispo Carlos Castillo y sus obispos auxiliares, a las ocho de la mañana del 28 de julio, como una señal positiva de que la fe cuenta en la vida de la sociedad peruana.
La celebración será virtual, con asistencia del presidente de la República Martín Vizcarra desde palacio de gobierno. Se instalará una pantalla en donde se verá al mandatario presenciar la tradicional misa de acción de gracias por Fiestas Patrias, y la transmitirá en vivo el canal de televisión del estado.
La catedral estará cerrada, pero el Coro Nacional interpretará las canciones correspondientes a la ceremonia religiosa, dándole brillo y solemnidad al acto. Desde 1821, el Te Deum ha sido un acto de presencia de la fe católica del pueblo cristiano, que daba gracias a Dios con la celebración de la santa misa y el rezo o canto de esta oración litúrgica, por la independencia del Perú.
Es también una manera de respetar la libertad religiosa de los peruanos, que debe ser seguida de la libertad de los fieles de asistir a misa los domingos a partir del mes de agosto. No olvidemos que la ausencia de ir a misa los domingos durante la pandemia ha sido una excepción a la regla. La Iglesia señala la obligatoriedad de la asistencia de todos los fieles a la misa dominical, como un acto de adoración a Dios, de participar en la Eucaristía y de darle un sentido trascendente a la vida cristiana.
El cardenal Sarah, prefecto de la Congregación de Culto, aclaró hace unos días: «el Covid-19 ha puesto al descubierto una insidiosa enfermedad que está carcomiendo a la Iglesia: pensar en sí misma como «de este mundo». Y añadía Sarah: «La Iglesia debe dejar de tener miedo a chocar y a ir contracorriente. Debe renunciar a pensarse a sí misma como una institución del mundo. Debe volver a su única razón de ser: la fe».
El anuncio de que los menores de 14 años y mayores de 65 deberán permanecer en sus casas debe ser revisado. Por lo pronto, los adultos mayores son ordinariamente los que acuden a las iglesias con más frecuencia, no solamente los domingos, sino los días de semana, de tal manera que de lunes a sábado hay sitio de sobra para respetar la distancia social entre los asistentes a la misa, sean ellos de la edad que sean.
Y los días de precepto no se debería excluir a estas personas mayores, que son los que tienen más presencia de Dios en sus vidas y necesitan el alimento espiritual de su presencia real en los ritos sagrados, salvo que estén físicamente impedidos o enfermos.
La Iglesia católica no puede ver recortados sus derechos a atender a todos los fieles, aquí como en cualquier otra parte del mundo, por lo que es indispensable que se considere eliminar los recortes provisionales que todavía queden en relación a las prácticas religiosas, para volver a una normalidad completa.
Pierre Manent (revista La Nef) ha escrito después de la desescalada del encerramiento social obligatorio: «A la dolorosa privación de la vida eclesial, se unía la angustiosa sensación de que las instituciones públicas eran completamente indiferentes a las necesidades religiosas de los ciudadanos, de que en ningún momento del proceso de toma de decisiones el gobierno había pensado ni un minuto, ni la más mínima consideración, a este componente de la vida común».
(*) Periodista y Analista Político.