Manuel Merino de Lama ha sido presidente constitucional de la República y, como tal, debe tratarse su persona. No debemos seguir con el listado de jefes de estado investigados y judicializados, en este caso sin razón, porque se desprestigia el cargo más importante del estado y de la nación; y no se debe dar gusto a la izquierda política, que quiere destruir todo lo que no sea sus partidos significados con la hoz y el martillo.
En un descontrolado manejo de su misión, la Fiscalía ha anunciado una investigación preliminar por el fallecimiento de dos personas en las manifestaciones callejeras; y a lo mejor, a otros sucesos colaterales. Eso es únicamente posible aplicando la maltrecha teoría de la autoría mediata, inventada por los Aliados en los juicios de Núremberg, para juzgar a los criminales de guerra nazis, a falta de una codificación de sus horrendas acciones, después de la segunda guerra mundial.
Medio siglo más tarde, por lamentable consejo de un estudio jurídico español, fue aplicada indebidamente al ex presidente Alberto Fujimori, haciéndole un daño terrible y desfigurando la imagen de la presidencia de la República.
Como un proceso formal no puede hacerse sin el antejuicio parlamentario, muy mal haría el Congreso en autorizarlo, puesto que no tiene fundamento real y, además, sería como tirar piedras contra el propio tejado, porque fue el Congreso quien lo encumbró en la casa de Pizarro, por 105 votos a favor y 19 en contra. Ya el Congreso lo ha maltratado suficiente al haber cambiado a los miembros de su Mesa Directiva, para que no vuelva a la presidencia del primer poder del estado.
Nada se ha dicho de la ley promulgada por Manuel Merino que faculta el retiro de hasta 4.682 dólares de los fondos de AFP en la semana que estuvo de presidente. Esta norma lleva también la firma del presidente del consejo de ministros, Ántero Flores Aráoz.
Sin duda la motivación de este trámite se debió a facilitar las cosas para la prevista presentación del primer ministro en el Congreso, que había cocinado la ley, con el fin de lograr la aprobación de su gabinete. Un buen consejo de ministros, que no hemos tenido el gusto de ver trabajar. No pudo ser, porque las Fuerzas Armadas dejaron solo a Merino, que tuvo que renunciar en un breve y digno discurso a la nación.
A Manuel Merino no se le puede quitar su pensión vitalicia como ex presidente de la República, simplemente por mezquindad. Es el mínimo reconocimiento y consideración por todo lo hecho en medio del caos político. Ello ocurriría si se toman todas las medidas para judicializar su trajinar político. La borrachera mediática de fiscales y jueces debe terminar con una resaca que ponga a los magistrados en su sitio, fuera de figuración mediática que tanto le gusta.
Este suceso toca de cerca al partido Acción Popular, del que Merino forma parte, y que parece terminará con una plancha de izquierda para las elecciones de abril.
(*) Periodista y analista político.
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