El 2023 nuestro país le dice adiós al milagro económico ya que será el peor para la economía en 25 años, sin tener en cuenta el 2020 por la pandemia. Luego de un crecimiento sostenido, que entre 2004 y el 2019, permitió reducir la pobreza del 59% a 20%, hoy estamos en recesión.
La recesión es un efecto de la caída en la producción, por la baja inversión privada, caída en los precios de productos que exportamos y elevación de los productos que importamos, cuando no hay producción, no hay empleo, baja el ingreso familiar y aumenta la pobreza.
Hoy aparte de la recesión tenemos la inflación. Estos dos efectos se conocen como la estanflación. Lo usual es que cuando hay inflación, la producción va bien o cuando hay recesión, la inflación baja, pero aquí están los dos efectos a la vez. Es decir, hay aumento de precios y hay reducción en la producción.
Hay que tomar precauciones porque en estos tiempos se van a necesitar recursos. Habrá despidos en las empresas o los independientes van a tener problemas para generar lo mismo. Lo recomendable es ser prudentes en el nivel de gasto. Los que tienen mucha deuda la solución es acordar con el banco para reprogramarlas.
Con una recesión, el problema de la inflación podría aminorarse o pasar a un segundo plano por la reducción del consumo. Ante la menor producción se genera un aumento del desempleo lo que hace que se tenga inestabilidad de ingresos y no se tiene seguro con qué comprar alimentos.
Las pequeñas empresas se ven afectadas, tienen dificultades para acceder a capitales que les permitan impulsar su producción. Para el ciudadano, el no contar con un empleo formal hace que tenga inestabilidad de ingresos y ello disminuye sus adquisiciones.
En esta situación el Gobierno no recauda por tanto tiene menos recursos para financiar los programas sociales que están dirigidos a los sectores vulnerables del país.
El retroceso en la recaudación genera que más déficit fiscal, es decir, la diferencia entre lo que recauda el Estado y lo que gasta. Hasta octubre de este año, se superó el déficit fiscal en 2,8%, frente a lo previsto por el MEF en 2,4%.
El MEF tiene responsabilidad, por autorizar gastos sin mantener la austeridad para cuidar la caja fiscal.
La ley que reduce el IGV a restaurantes implicará que al cierre del 2023 se deje de recaudar alrededor de 740 millones de soles.
Otra medida que impacta en la recaudación tributaria es la reciente sentencia del Tribunal Constitucional, que condona intereses moratorios. El Ejecutivo estima que dejará de recaudar por este fallo S/12.000 millones.
Ante esta situación, el Gobierno tiene dos instrumentos: los impuestos y el gasto público.
1) Bajar impuestos para aumentar el gasto público, para empezar a activar la economía.
2) Generar un ambiente confiable para que la inversión privada aumente. (La reducción de impuestos puede incentivar al inversionista).
Podríamos estar creciendo a una tasa de PBI más elevada que 0% y hemos caído en recesión. Esto es el resultado de falta de acuerdos y problemas políticos e institucionales que han impedido un mayor crecimiento. Tenemos el factor político que juega un rol preponderante en las expectativas y en la capacidad de recuperación de la economía.
Tenemos un futuro desconcertante que genera incertidumbre en los inversionistas privados y la población.
Se debe promover la inversión privada y brindar estabilidad política para que los inversionistas se sientan seguros y así puedan generar empresa.
La economía peruana no tiene rumbo definido (Michael Porter).