Por: Iván Torres La Torre / En tiempos de pandemia se pudo apreciar todo el abandono que siempre existió en la realidad respecto del anciano peruano y digo anciano, para evitar esa palabrita “edulcorada” de “adulto mayor” que algunas ideologías han querido imponer para no hacer mención a la noble e histórica palabra anciano, que en realidad significa sabiduría, experiencia, nobleza, resistencia y en resumen, son el pasado y guardianes del futuro de las nuevas generaciones.
Por fin les dieron libertad de movilización con el debido cuidado, tan importante para la psicología y el estado emocional de los peruanos que transitan en el otoño de la vida; sin embargo, a pesar que en la letra habrán muchos programas sociales para ellos, en la práctica, en realidad hay poco o nada. Pero, lo que sí hay es la gran indiferencia producto de la ignorancia de una clase política que nunca entendió lo que significa valorar a la ancianidad y lo que trae consigo esta etapa del ser.
Ancianos peruanos sin asistencias psicológicas, sin campañas alimentarias, sin programas de incentivo laboral; ancianos relegados en los sistemas de atención de salud pública y en general ancianos peruanos olvidados en todo orden de cosas, marginados de esa otra palabrita edulcorada llamada “inclusión social”; ancianos abandonados en los penales, mendigando en las vías públicas, simplemente esperando la caridad a vista y paciencia de las autoridades que los miran al pasar sin inmutarse ¡Qué tal inclusión! Ja ja ja.
Finalmente, Dios quiera que surja un auténtico compatriota que lidere la verdadera inclusión del anciano peruano como en antaño lo hicieron las grandes civilizaciones que honraron la memoria y la vida de los que forjaron en algún momento la patria. ¡Viva el anciano peruano!
(*) Abogado
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