La Cuestión de Confianza planteada por el Presidente del Consejo de Ministros (PCM) al Congreso, en estos días, pende sobre la cabeza de sus miembros por el temor a la disolución en caso que no sea favorable dicho voto de confianza, hasta en dos oportunidades. Esta sería la primera. El PCM ha hecho cuestión de confianza la desaprobación de una iniciativa legislativa (Art. 132 de la Constitución). Y es que la moción de confianza es una práctica del sistema parlamentarista en donde el Legislativo da su apoyo al Ejecutivo y la puede retirar para hacer los cambios necesarios en el gobierno; pero se trata de un sistema idealista en el cual no se clausura al Parlamento porque se reconoce que la mayoría no es constante. En cambio, nuestro sistema es híbrido, mixto o semipresidencialista.
II
Veamos las cuatro reglas básicas aplicables a la moción de censura como al voto de confianza, instrumentos parlamentarios que buscan equilibrar las relaciones entre el gobierno y las Cámaras, según el constitucionalista belga Pierre Vigny. La primera regla consiste en que el objeto o contenido de la moción debe ser preciso, claro, sin ambigüedades; la segunda regla es que la diferencia entre el gobierno y Parlamento debe ser suficientemente grave para justificar la renovación del equipo gubernamental. Obviamente, fracasará este régimen al no tener mayoría parlamentaria. La tercera regla dice que las Cámaras sólo deben censurar los principios de política general y no los actos particulares de gestión (como desarrolla la Ley 31355, contradiciendo la sentencia del TC que señala plantearla “por cualquier tema”); y, la cuarta regla es que la cuestión de confianza se plantee categóricamente, puesto que el gobierno solo dimitirá si pierde la mayoría parlamentaria.
No solo es una llave que sirve para abrir sino, también para cerrar. El voto de confianza significa aprobar la política de gobierno o la gestión de un ministro, sobre cualquier tema, pero como una facultad del Poder Ejecutivo, cuya finalidad es servir de contrapeso a la potestad congresal de hacer políticamente responsable a los ministros (mediante la censura, insisto). Se trata del balance de poderes, como lo ha interpretado el Tribunal Constitucional en la sentencia del Exp. 0006-2018-PI/TC. Se reitera así, que existen dos formas de plantearla, la del ministro individualmente y la del PCM de manera abierta, por cualquier asunto, cuyo objeto es buscar el respaldo político del Congreso.
III
La disolución del Parlamento es una potestad y no una obligación presidencial. Para que proceda hoy, la censura o negación de confianza debe ocurrir hasta dos veces. La Carta de 1979, en cambio, establecía que, para disolver la Cámara de Diputados, ésta debía rechazar hasta tres gabinetes. Lo que hacía utópica la clausura por esa triple exigencia. Como señala Oscar Díaz (“La Moción de Censura en el Perú”, 1997), la disolución sin causa objetiva que habilite al Presidente de la República es un arma muy peligrosa para la representación nacional en manos de quien ostenta la calidad de Jefe de Estado y de Gobierno y no asume ninguna responsabilidad por el cierre totalitario del Congreso. La práctica de la Moción de censura, en el caso peruano, significa el destierro de ministros individualmente o de gabinetes ministeriales completos, pero ello no trae como consecuencia un cambio de la política de gobierno, porque quien remplace al censurado podría mantener la misma política de su antecesor, ya que el Presidente de la República es quien, sin responsabilidad, dirige la política gubernamental y es el centro de la arquitectura constitucional.
IV
La crisis y conflictos entre Ejecutivo y Legislativo no son pacíficos. No se resolverán con purgas, ni con cuestiones de confianza o censuras. Necesitamos una cirugía radical. Si continúa así nos exponemos a que aparezca un tercero: el militarismo y sus cuarteles. No. El futuro del Perú es incierto y está capitaneado por un individuo cerril, sin pasado ni presente. El analfabetismo político se enseñorea en el poder. Salvémonos.
(*) Jurista, exconstituyente, exdiputado,exsenador y excongresista.