Por: JAVIER VALLE-RIESTRA / Las guerrillas por el poder

por | Sep 13, 2022 | Opinión

El Perú no es un país pacífico y lo veremos así en los próximos meses. Nuestra historia comenzó con las guerras civiles intestinas en el siglo XVI, entre almagristas y pizarristas. Concluido ese tipo de conflicto, se reintrodujo en el virreinato donde imperó la inquisición. Se enviaba a la hoguera no solo a los culpables de actos, sino a los que hubieran pensado heterodoxamente.

II

Con nuestra Independencia vinieron guerras civiles, como recuerda Basadre, en un instante siete personas reclamaban simultáneamente la jefatura del Estado en anarquía: el Protector Santa Cruz; el flamante presidente Gamarra; Orbegoso como Presidente el Estado Nor-peruano; Riva Agüero como nuevo presidente de ese mismo Estado; Pio Tristán como presidente del Estado Sur-peruano; el general Nieto con despachos de Jefe Supremo extendidos por Orbegoso; y el general Vidal que se pronunció en Huaraz. Era 1838, se vivía una pesadilla. Y eso no pue de considerarse enterrado. En el Perú de hoy tenemos dos tendencias: la mayoritaria, democrática, parlamentarista; y, antagónicamente una minoría facciosa capitaneada por ese sargentón llamado Pedro Castillo. Esperan derrumbar toda la arquitectura democrática para injertar un nuevo orden conducido por una cúpula totalitaria y suicida. Quieren introducir un Estado siniestro y anárquico. Preparémonos para defendernos. La guerra civil está en ciernes.

III

Terminando el siglo XIX vino la República Aristocrática (1895-1919), como lo denomina Basadre. Pero recordemos que el primer presidente del Perú fue José de la Riva Agüero y Sánchez Boquete, nacido en Lima el 3 de mayo de 1788. Casado en 1826 con la princesa Carolina de Loos, quien provenía de un ducado pequeño en el antiguo Imperio Germánico. Si bien debutamos con un monárquico, el Perú fue sustantivamente republicano. Esa República corre peligro hoy día.

 

Tuvimos a lo largo de los siglos XIX y XX a dos jefes de Estado que fueron depuestos, manteniendo el Parlamento. El primero en 1823, el aludido Riva Agüero y el segundo, en 1914, Billinghurst, por el coronel Benavides, sucedido por Pardo y nuevamente por Leguía (1919). La anarquía, empero, ya estaba latente. Desde esa fecha hasta hoy tenemos un subterráneo diabólico.

IV

Definamos la guerrilla, en ciernes, esa que nos toca las puertas. Según el diccionario militar Almirante (1869), se aplica al soldado y tropa irregular, mercenaria, allegadiza, voluntaria y generalmente sin disciplina, que se levanta apresuradamente en tiempo de guerra y se licencia al terminarla. Desde esa publicación el concepto ha variado, hoy la guerrilla raras veces es mercenaria, en cambio, está impregnada con frecuencia con ideología y sostenida con los fondos de un partido político. En mi Informe parlamentario (1986), sobre los genocidios en el Perú hice la distinción entre terrorismo y guerrilla. Sostuve:

La Guerrilla es una estrategia y puede ser la guerra de los pobres o de los débiles cuando se alzan contra la opresión dictatorial o colonial. Guerrilla ha sido la de la Revolución Cubana, pese a que el fenómeno pueda despertar discrepancias en la Sala; guerrilla fue la de los sandinistas; guerrilla la de los frentes de liberación africano y asiático. Pero terrorismo, casuísticamente hablando, es, por ejemplo, el atentado perpetrado en el Aeropuerto de Lod por un comando japonés contra unos peregrinos puertorriqueños. ¿Qué tiene que hacer Japón en la causa palestina? ¿Qué tenían que hacer los pobres peregrinos puertorriqueños que no llevaban más arma que sus rosarios, ni más meta que los Santos Lugares?  Eso no está en el Manual del Ché «La Guerra de Guerriillas». (cfr. “Diplomacia Democrática y Derechos Humanos”, 1987)

V

Sí, debemos prepararnos. No vienen tiempos de paz. El dictadorzuelo Castillo, con su discurso populista y balbuceante, está levantado los cimientos para derrumbar el orden estatal de hoy. En uninterregno de anarquía el Parlamento será disuelto, desaparecerá la Defensoría del Pueblo, el TC irá al archivo. No, no tomar esto pacíficamente, como una profecía alucinada. Es la realidad. Es el futuro. Tendremos que enfrentarnos con las mismas armas para detener al canalla Pedro Castillo, cuyo destino lógico es la cárcel, el exilio o el patíbulo.

 

(*) Jurista, exconstituyente, exdiputado, exsenador y excongresista de la República.


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