En estas efemérides reflexionamos para qué, hace doscientos años, fue fundada nuestra República. La explotación del hombre por el hombre continúa. No existen libertades efectivas. No tenemos institucionalidad verosímil y sólida. Los viejos oligarcas se han transformado en plutócratas, es decir lo mismo que ayer. Ahí están los nietos de los gamonales y, sobre todo, los opresores y explotadores de la masa trabajadora.
En el siglo XIX no hubo ningún síntoma de salir de los cimientos coloniales. Las viejas autoridades se transfiguraron nominalmente, pero la explotación subsiste vigorosa y hace más ricos a los ricos y más pobres a los pobres. América Latina está entrando en una hora de agonía y transformación. Como ejemplo están los casos centroamericanos y Bolivia, Ecuador, Colombia.
Muchos podrían tener la esperanza de multiplicar la vieja Cuba revolucionaria, pero ¿Qué ha sido de ese revolucionarismo? La isla es un país verbalista, remplazante de sus señores de ayer con una cúpula pro-castrista que tiene un pueblo famélico. Nosotros seguimos en una crisis cimental. Veamos los síntomas visibles.
¿Qué pasa en el sur del Perú, Ayaviri, Puno, etc.? Ahí está el mañana retratado en el hoy. Por eso, no se necesita ser augur ni profeta de la convulsión por venir a corto plazo. Qué institucionalidad puede existir en nuestra patria, con un Parlamento cloaca de dimes y diretes, presidida por ilustres desconocidos; el Poder Judicial es inconfiable y prevaricador sistemático, una rémora para resolver los juicios; el TC, el Defensor del Pueblo, el JNE, son cáscaras nominales de una seudo democracia apócrifa.
Sí, “democracia”. Ya vendrán a liberarnos los modernos Nicolases de Piérola, los Haya de la Torre irrepetibles, para recuperar la democracia auténtica, aprista y socialista, siguiendo las pautas trazadas por Víctor Raúl, maestro entre los maestros. Unámonos a esa causa, para fundar la segunda República y salvaremos al Perú.
II
¿Para qué se fundó la República y, sobre todo, cuándo nace el Perú? Es el planteamiento de Jorge Basadre; pero la pregunta, llena de resonancia y aparente sencillez, es: ¿Cuándo nace el Perú? la respuesta puede venir de distintos ángulos. El geólogo dará noticia del momento determinado en la vida de la Tierra a la cual corresponden las distintas capas del suelo peruano.
Para el historiador de la cultura occidental, el Perú entra en escena cuando Francisco Pizarro arriba a Tumbes. Un estudiante de Derecho Político responderá con aquella estampa de la Plaza de Armas de Lima, en el instante en que San Martín pronuncia sus palabras “Desde ese momento…”.
Pero, Raúl Porras con mayor sutileza trata de encontrar el origen de la peruanidad señalando que el forjador de la peruanidad fue Pizarro, porque Pizarro es en efecto el modelador de nuestra figura geográfica y que tuvo la intuición y la sensibilidad del Perú y le dio por inspiración propia y certera las fronteras que hoy sentimos como nuestras.
Si Almagro hubiera triunfado, Lima habría dejado de existir como capital, además, nos habríamos desmembrado de una parte muy considerable de sus elementos constitutivos; Cuzco, Arequipa, Puno, Moquegua y Tacna hubieran sido extranjeros.
O sea que esa intuición de Pizarro, al encontrar la sensibilidad del Perú en la balsa de los tumbesinos y comenzar la conquista del Perú desde Tumbes, señala que tenía él, lo que llamó Porras, la condición de un forjador de la peruanidad.
III
Evidentemente, el Perú ha sido broquelado paulatinamente. No nació el 28 de julio de 1821, ni con el acta de la independencia. Algunos hechos notables son: la rebelión de Gonzalo Pizarro que intentó crear un reino distinto al de la metrópoli; las banderas demagógicas de Hernández de Girón, hombre de las guerras civiles que hoy podría ser una posición izquierdista; la resistencia indígena, el gesto de Túpac Amaru y su Revolución del siglo XVIII, coetánea a la Revolución Francesa; la Sociedad Filarmónica de Rossi Rubi, Baquíjano y Carrillo con su “Elogio al Virrey Jáuregui”, a quien quiero imitar para condenar la arcaica institucionalidad imperante.
Por lo que digo entre líneas fluirán críticas, pero si hace doscientos años José Baquíjano y Carrillo, quien presidió la Sociedad Amantes del Perú, pudo hacer esas censuras delante del Virrey Jauregui ¿por qué no se podrían hacer hoy, en el siglo XXI supuestamente vanguardista y democrático?
Destrozaremos a la vieja oligarquía con sangre, sudor y lágrimas.