No ha habido en la historia del Perú más casos de vacancia presidencial como los de hoy. Fueron suspendidos de sus funciones José de la Riva Agüero y Sánchez Boquete (1823) y Guillermo Billinghurst en 1914, con ciertas semejanzas al actual, por intentar cerrar el Congreso; pero, Benavides tuvo la audacia totalitaria de cesarlo sin proceso alguno al presidente Billinghurst. Los demás presidentes del Perú del siglo XX no sufrieron esa circunstancia. Los casos Fujimori (2000) y Vizcarra (2020) fueron derrocados del poder con toda la maquinaria congresal y del Poder Judicial. Hoy día nos hallamos en la dramática situación de vacar al jefe de Estado por inepto e intrínsecamente con el desprecio popular. Para el futuro debemos enmendar la Constitución y condenar a los expresidentes depuestos al exilio o la cárcel.
Ocupémonos ahora de los partidos políticos que serán el alma de la reconstrucción. Allí están en la historia del Perú las fuerzas que mantuvieron lo que quedaba del orden jurídico imperante. La vacancia significa dejar acéfalo el Poder Ejecutivo, remplazándolo por quien señale la sucesión constitucional. Los partidos se encargarán de la sucesión. Ahí está el APRA, fundamentalmente, los demás son etiquetas en botellas vacías ¡Al poder los demócratas auténticos y al presidio los totalitarios e inmorales!
II
Después de una larga anarquía y sucesivos despotismos, nació el primer partido político: el Partido Civil, como reacción a las arbitrariedades y excesos cometidos durante el gobierno del coronel José Balta (1868-1872); por sus actuaciones extralegales ilimitadas y antidemocráticas, incluso, se proponía que nepóticamente Francisco Balta, hermano del mandatario, lo sucediera en el poder.
Las reuniones fundacionales del civilismo fueron entre 1870 y 71, en la casa de Domingo Laos, situada en la calle de la Concepción esquina con Trapitos. En una reunión asistieron 114 personas, según testimonio de Paulino Fuentes Castro, recogido por Carlos Miró Quesada en “Autopsia de los Partidos Políticos”, Lima 1961. Manuel Pardo renunció a la Alcaldía de Lima, en octubre de 1870, para impulsar el partido Civil. Estuvo integrado por intelectuales y representantes de las esferas sociales de entonces, como José Tejeda, Ramón Ribeyro, Manuel Odriozola, Emilio del Solar, Francisco Paz Soldán, Luis Felipe Villarán, Lino de la Barrera, Lizardo Montero, Lorenzo García, entre otros.
“El Comercio” y “El Nacional, diarios de mayor circulación, apoyaron al nuevo partido. Desde la otra orilla, el diario “La Sociedad”, clerical y vaticanista, acusaban a Manuel Pardo de pertenecer a logias masónicas tildándolo de impío y hereje. Se dice que el clero era Baltista y Pierolista. El civilismo era, más bien, un partido liberal; se oponía a la intervención del clero en la política, combatía el militarismo caudillista pero Pardo no era enemigo del ejército, en sus discursos repetía: “El militarismo es el verdadero enemigo del Ejército, que lo vulgariza, lo ahoga, lo corrompe”.
III
Con la aparición del civilismo quedaban atrás los tiempos del “Club Progresista” de Gálvez y Sevilla que no pasó de anhelos cívicos sin apoyo popular. En cambio, nacía un interés de llegar a todos los estratos sociales. Se ha dicho que Manuel Pardo –hijo de Felipe Pardo y Aliaga— fue más que un caudillo un hombre que deseaba una revolución pacífica, pero las circunstancias hicieron que esa revolución fuera sangrienta. El mismo Pardo terminó asesinado en la puerta del Senado (1878).
“La Sociedad”, clerical y vaticanista, acusaban a Manuel Pardo de pertenecer a logias masónicas tildándolo de impío y hereje. Se dice que el clero era Baltista y Pierolista. El civilismo era, más bien, un partido liberal; se oponía a la intervención del clero en la política, combatía el militarismo caudillista, pero Pardo no era enemigo del ejército, en sus discursos repetía: “El militarismo es el verdadero enemigo del Ejército, que lo vulgariza, lo ahoga, lo corrompe”.
III
Con la aparición del civilismo quedaban atrás los tiempos del “Club Progresista” de Gálvez y Sevilla que no pasó de anhelos cívicos sin apoyo popular. En cambio, nacía un interés de llegar a todos los estratos sociales. Se ha dicho que Manuel Pardo –hijo de Felipe Pardo y Aliaga— fue más que un caudillo un hombre que deseaba una revolución pacífica, pero las circunstancias hicieron que esa revolución fuera sangrienta. El mismo Pardo terminó asesinado en la puerta del Senado (1878).
La “Sociedad Independencia Electoral” fue el nombre del movimiento cuyo objetivo era el triunfo de la candidatura de Pardo, a diferencia del “Club Progresista” de Pedro Gálvez, fundado en 1851. Con el tiempo el movimiento se denominó Partido Civil y en una etapa se conoció como partido Pardo que, de mantener este nombre se habría extinguido con la muerte de su fundador; en cambio, “Partido Civil” significó asumir los caracteres de un planteamiento ideológico, de una armazón doctrinaria que tuvo como norma: el gobierno civil, el respeto a la ley, la ordenación jurídica del Estado, y la vida de la libertad dentro del orden. Las ideas fundacionales y el practicismo del civilismo sobrevivieron a sus fundadores. Esa es la esencia de los partidos políticos.
(*) Jurista, exconstituyente, exdiputado, exsenador y excongresista de la República.