“Ya elevado en estos cielos, sonreiré viendo sobre la vastedad de mi País, esas viejas ilusiones anheladas con lágrimas y sudor. Más resurgiré, cual ave fénix, con esos espíritus generosos divagando sobre esas escuálidas esperanzas de gentes de buen corazón. ¡Ay, Dios mío! – ¡Si tan sólo, tú, estuvieran en mi dolor! – ¡Entenderías el alma humana con sus inquebrantables sueños e inquietudes naturales! ¡Viviré lo suficiente, para cambiarlo todo, en lo racional y en lo humano, transparentando los actos de Gobierno ¡. (Tongo).
La vivencia y el dolor del filósofo Tongo, no dista mucho de cómo se puede ser racional sin ser animal. Pues, allí está el Gobierno fallido de Pedro Castillo, lleno de glorias imaginarias, que dista mucho de lo real, en lo racional y en lo humano. Claro, no lo dejan gobernar, pero tampoco sabe gobernar. Entonces, al menos debe transparentar sus decisiones u actos de gobierno.
Se puede transparentar, de muchas maneras las decisiones gubernamentales, pero un matiz básico para tal propósito está en la voluntad políticas de sus actores. Pues, el desenfreno de las pasiones políticas es la enfermedad del mediocre. No es lo suficiente humano, alimentar odios, como algo monstruoso y siniestro, porque el odio no construye, sino destruye.
Si los fascistas alimentan el desenfreno de las pasiones políticas con odios y revanchas. El Gobierno de Pedro Castillo no puede caer en tales tentaciones siniestras. Pues, le falta autoridad moral. Se muestra débil, patético y llorón. Otro hubiera sido la suerte del País, si esa idea de liquidar con actos constructivos, gozara de la suficiente autoridad moral para imponerse.
Pues, no habría nada extraño, liquidar con la indignación redentora, negando el odio del sátrapa. A saber, es racional indignarme y ser constructivo aplicando mano dura. Pues, también, gobernar es imponer, disuadir, ordenar dentro del marco constitucional. Para ello, debo alejar de mi entorno, toda sospecha de corrupción e impulsar la cruzada nacional de la redención moral.
No puedo ser generoso con los enemigos de la democracia. Tampoco odiar, más si indignado aplicar el peso fuerte de la ley penal a todo forajido: Evasor de impuesto, corruptos, rateros, asaltantes, entre otros. Tengo el referente en los Estados Unidos de Norteamérica donde el simple trabajador y el gran empresario que no paga impuestos, van presos. El sistema no cae; se fortalece. En Perú, se ahogan al chico y bendicen al grandazo. Así, cualquier imbécil se torna rico.
Pues, cuánto dolor veo en el filósofo Tongo cuando distingue entre odio e indignación bajo una intensidad de matices. No obstante, se puede gobernar con indignación, más no con el odio, porque hiriendo al animal fascista, dejo la suerte echada del pueblo, bajo la posibilidad que estas bestias humanas, nos gobiernen. Recordad la Alemania Nazi y Dios bendiga al pueblo peruano.
Pues, si hay algo del cual podamos sentirnos orgullosos, es por la fuerza viril, la inteligencia, astucia e hidalguía de nuestras nobles mujeres. Entonces, sentiré esa felicidad eterna.
(*) Abogado penalista y analista político.