El Fondo Monetario Internacional plantea un impuesto a la riqueza y el sinceramiento de las exoneraciones tributarias. El propósito: Sumar más recursos para la lucha contra la desigualdad y una respuesta eficaz frente a la crisis (SIC).
Las economías más desarrolladas del mundo: Reino Unido, Estados Unidos de Norteamérica, Alemania, Italia, etc. consensuaron un acuerdo para imponer mayores tasas impositivas tributarias a las empresas transnacionales con el propósito que las gigantes empresas transnacionales paguen impuestos allá donde generan sus beneficios y no sólo allá donde radican sus sedes físicas.
Difícil imaginar estas audaces propuestas que provienen de líderes de las economías más desarrolladas en el mundo y de las instituciones financieras internacionales ubicadas, precisamente, en las antípodas del discurso socialista en el mundo.
Joe Biden, Susana Ruiz, Boris Johnson, etc. no son precisamente izquierdistas ni nada que se parezca a ello. No obstante, frente a la terrible pandemia del COVID-19 y sus variantes, la situación bajísimas de recaudaciones tributarias, las caídas del P.B.I. y, en general, la grave situación de las economías en el mundo, les hacen pensar por el lado más humano del pensamiento económico de Karl Marx. Increíble, los anti-marxistas con discursos filo-marxistas.
Perú, no podría ser la excepción al llamado de las potencias mundiales. Nuestro país, tuvo una brutal caída del P.B.I. en el 2020 (11.12 %), baja recaudación tributaria, endeudamiento externo al límite, desempleo atroz, pobreza, Inseguridad ciudadana, pésimos servicios de salud y educación, desigualdad social profunda.
Entonces, para acortar estas desigualdades hace falta determinar una lucha eficaz contra la crisis de salud y de nuestra economía. Las bajas tasas de crecimiento y la performance negativa del 2020 han afectado el empleo e ingresos de los hogares peruanos.
Para superar esta situación debemos contar con suficientes recursos económicos, algo del cual carecemos. No obstante, estas carencias pueden ser superadas o aliviadas logrando un incremento sustancial de nuestros ingresos fiscales.
Para ello, se hace necesario imponer un impuesto temporal y de emergencia a las grandes riquezas, sincerar las perversas exoneraciones tributarias, reformar la tributación, cobrar las millonarias deudas de las grandes empresas, manejar la calidad del gasto, recusar la ineficiencia y la corrupción cuantificado en 3% del P.B.I. que el Estado pierde y que, van a dar hacia los bolsillos de los pilluelos y pendejetes.
En plena pandemia, hemos llegado a un nivel de déficit fiscal equivalente al 8.9% del P.B.I. en el 2020. Una razón más, para imponer impuesto a la riqueza y en particular a las grandes empresas mineras que se han visto beneficiados con el incremento del precio del cobre y aquellas otras no afectados por la pandemia.
El coronavirus puso al descubierto la carencia monstruosa de los servicios de transportes, conectividad, saneamiento y, muy en particular, el servicio de salud pública.
La brecha en infraestructura asciende a S/363,452 millones1 (equivalente al 47% del PBI 2019), según el Plan Nacional de Infraestructura para la Competitividad (PNIC), S/58,727 millones corresponden exclusivamente a necesidades de inversión en infraestructura para la salud.
(*) Abogado penalista y analista político.