Una mente brillante en el Poder Ejecutivo parece haber dado muestra de mayor eficacia, inteligencia y conocimiento de tácticas de guerra psicológica para desorientar a sus opositores. La estrategia de dosificar la información oficial para desubicar y generar desgaste trazándose al campo de la política, da buenos resultados.
El desorientado pierde el sentido de la realidad porque se le aísla de la información oficial. Entonces, el operador busca alimentar la imaginación elevado al campo de la especulación. Para ello, basta amarrar la información y soltarlo como supuesta verdad oficial completa para engatusar, luego se espera la reacción del oponente, para a último momento, soltar otra y desubicar.
Entonces, todo argumento contra la primera iniciativa pierde credibilidad. Así, se designó a horas pasadas y contra todo pronóstico a Guido Bellido y, a un Gabinete incompleto, integrando por personajes poco conocidos y algunos con serios cuestionamientos.
Estas designaciones desubicaron a la oposición más recalcitrante y a un sector importante de moderados quienes entendieron como un mensaje de provocación al Parlamento Nacional para lograr la disolución del Congreso.
Estratégicamente concibieron la idea de darles un voto de confianza a regañadientes para luego tumbarse ministros por ministros. Pues, un Gabinete sin Pedro Francke y Aníbal Torres constituían presas fáciles para liquidarlos de a poco.
Más esta creencia tuvo un desencanto porque mordieron el anzuelo y, sorpresivamente, el presidente designa y les toma el juramento como ministros de Estado en carteras claves como: Economía y de Justicia, respectivamente. Algo inesperado que desubicó.
La estrategia de la oposición de creer que el miedo y el caos representan una verdadera promesa de tumbarse a un Gobierno para dar un salto cualitativo hacia un estado anterior al cual pretenden mantenerse; es inmoral y como tal, hace aguas por todos lados.
Pues, obliga al Ejecutivo a recurrir a estrategias de desubicación del oponente. Para muchos la única evidencia del empresariado opositor es su poder económico, siendo vanas todas las afirmaciones acerca de su patriotismo o fidelidad al suelo patrio.
Esta falta de fidelidad no admite más realidad auténtica que la ganancia, el lucro y el amor por la plata fácil. Pues la corrupción no les ha sido ajena a buena parte del gran empresario.
Para nosotros ¿Hasta qué punto estas estrategias resultan moralmente aceptables? Manuel Kant sostenía: “Toda moralidad no sería sino una costumbre, un hábito desde el cual juzgamos todas las acciones conforme a reglas inculcadas por la educación”.
Entonces, es preferible combinar sensatez y sentido de lo común, por los sentimientos y los intereses nacionales según las circunstancias de nuestra época. De lo contrario, evidenciaremos que el conocimiento de estrategias, es poder para poner los intereses nacionales al servicio del pueblo en general, como algo acertado.
Pues la historia educa y alienta la prudencia y la previsión de las acciones del Estado. Por eso, la democracia no debe serlo por el nombre, sino por el hecho de ser efectiva el sistema de libertades y tolerancia para todos.
(*) Abogado penalista y analista político.
