La definición de nuestro tiempo como período de crisis no puede ser ya, un lugar común sobre el cual no podamos insistir en superar a través del dialogo en unidad de propósitos comunes. Pues, importa destacar aquí que esta crisis política y social nos hace reflexionar sobre la necesidad de fortalecer nuestras instituciones, haciendo extensiva la democracia como un sistema de libertades y tolerancia a toda colectividad humana que pueda albergar nuestra generosa Nación.
La reserva de la fuerza moral del entendimiento y la razón puede hacer posible fomentar una cruzada humana de reconciliación y unidad nacional, a partir de la justicia social. Pues, a no dudar existen una enorme capacidad de asimilación de los más diversos postulados que la imaginación humana pueda concebir para hacer que la situación actual sea diferente al paso trágico de la violencia y las muertes.
Pues, lo grave de la crisis hace imperativo esta idea fuerza para posibilitar la paz social. Todos somos corresponsables de este estado de cosas. Unos más que otros; desde lo más perfectos idiotas, hasta las más sabias virtudes del hombre de bien. Unos por acción y otros por omisión, pero que debemos tener en cuenta si se quiere comprender las causas y los alcances álgidos de la violencia estructural en nuestro País.
Son muchas las muertes y mucho el dolor humano para tornarnos indiferentes y esquivos en el plano de la racionalidad. Pues, no se puede dar forma de legalidad a una injusta redistribución de la riqueza que ahoga las esperanzas de nuestrospueblos del Perú profundo y de zonas de fronteras de nuestra hermosa Amazonía peruana.
Pues, si se tiene que, para salir de la pobreza, hay que generar riqueza y para redistribuir, previamente, tenemos acumularla. No obstante, poco hemos hecho por democratizar y hacer extensiva el acceso a la riqueza en igualdad de oportunidad a favor de todos los peruanos. Así, en esta dura realidad, la pandemia, los gobiernos corruptos, la inestabilidad social y política hicieron mella en el alma dura de quienes se sienten excluidos de la prosperidad y el desarrollo social de nuestra Nación.
El Estado ha revelado también su impotencia en los momentos en que su intervención era urgente y necesaria; muy, por el contrario, en ciertos casos ha sido utilizado como un elemente de justificación de un orden jurídico fundamentalmente injusto. Téngase que presente que los Estados fallan, los individuos, también.
No obstante, la historia de los últimos decenios ha demostrado que si queremos prosperar como País necesitamos la unidad de todos los peruanos y un propósito común de sentar las bases primarias de una revolución industrial, vía diversificación productiva, con mayor valor agregados y tecnológico.
Ya emergen pensadores patriotas que reflexionan sobre la idea de industrializar nuestra Nación más allá de las izquierdas y más allá de las derechas. Pues, no puede haber mayor nota distintiva del ser humano por ser parte sustancial de la riqueza que produce una Nación.
(*) Abogado penalista y analista político.
