En el mes de agosto pasado causaron un gran revuelo los baños del aeropuerto Jorge Chávez. Hubo gran indignación debido a que en la puerta del baño de mujeres decía que era para ‘todas las personas con identidad femenina’ y en el de hombres para ‘todas las personas con identidad masculina’. Esto implicaba que si un hombre, sin más razón que su autopercepción, se sentía como mujer podía entrar al baño de mujeres, independientemente de lo que pudiera hacer ahí o de si por ejemplo había niñas dentro. El rechazo fue masivo.
Precisamente unos días antes de este incidente habían atrapado a un degenerado vestido de colegiala metido en el baño de niñas de un colegio en Huancayo. Por supuesto todo el lumpen caviar y progre lo defendió ya que el sujeto se identificaba como mujer. En esa ocasión para más señas como mujer y niña.
El incidente del aeropuerto terminó cuando el Organismo Supervisor de la Inversión en Infraestructura de Transporte de Uso Público (Ositrán) emitió una directiva pidiendo a Lima Airport Partners (LAP) a retirar los carteles de los baños mal llamados inclusivos.
Han pasado tres meses y la empresa concesionaria del aeropuerto ha vuelto a la carga con otro intento de confundir el uso de los baños bajo la pervertida perspectiva del género.
La nueva señalética de los baños dice “Mujeres en su diversidad” y “Hombres en su diversidad”, las casi crípticas definiciones merecen una explicación y para eso hay en cada puerta un código QR que pretende aclara la equívoca situación.
Al entrar al QR del baño de “Mujeres en su diversidad” se lee lo siguiente: “Incluye a las niñas, adolescentes, adultas y adultas mayores; mujeres indígenas, nativas, originarias, afrodescendientes y mestizas; mujeres urbanas y rurales; mujeres heterosexuales, mujeres lesbianas, bisexuales, trans e intersex; mujeres con discapacidad física o mental; mujeres migrantes, refugiadas y desplazadas internas; mujeres viviendo con VIH; entre otras”. En el de hombres dice lo mismo adaptado de acuerdo con los delirios propios de esa enfermedad mental que llaman progresismo.
Todo este retorcido camino tiene un solo fin. Es evidente que quitando el palabreo sobre “niñas, adolescentes, adultas y adultas mayores; mujeres indígenas, nativas, originarias, afrodescendientes y mestizas; mujeres urbanas y rurales”, cosa que es absolutamente ridícula y que podría seguir ad infinitum, indicando que igual pueden entrar mujeres, altas, bajas, delgadas, con sobrepeso, pelirrojas, con tos, con acidez estomacal, depiladas, sin depilar, inteligentes, distraídas y así hasta llenar una interminable lista.
La verdad de las cosas es que todo este tinglado está armado para llegar a la parte en que incluyen en la supuesta diversidad a las “mujeres lesbianas, bisexuales, trans e intersex”. Esa es la razón de ser de todo. Una mujer trans en la jerga del género es un hombre vestido de mujer, o que se cree mujer independientemente de como esté vestido. Es decir, el aeropuerto vuelve a abrir las posibilidades de que cualquier depravado alegando que se identifica como mujer entre al baño de mujeres con todos los riesgos y peligros que esto implica.
Es urgente iniciar una campaña masiva para poner fin a este desatino.