El modelo llamado socialismo del siglo XXI, que no es otra cosa que la alianza criminal entre las diversas formas del comunismo latinoamericano con el narcotráfico y otras manifestaciones del crimen organizado, cuenta con la bendición del Foro de Sao Paulo, el Grupo de Puebla y otra serie de organismos de fachada, que no buscan otra cosa que someter a los pueblos del continente a las más abyectas formas de dominación y miseria, esquilmando sus recursos y arrebatándoles la libertad.
Esta infame mafia internacional ha desarrollado un guion para lograr estos fines. Lo que podríamos definir como una franquicia política, en la que al igual que en aquellas franquicias comerciales en que una empresa cede a otra métodos, procedimientos y tecnología a cambio de pagos, estos delincuentes internacionales aplican un modelo con el que siempre terminan por imponer un gobierno de su mafia en el poder y someter a los países. Para esto cuentan con los que” compran” la franquicia en cada país.
Una vez que deciden aplicar el modelo en un país resultan implacables. Se trata siempre de buscar un conflicto que exacerbar, las minorías étnicas, los indígenas, los problemas medioambientales, la minería, algún recurso escaso, un tema tributario, todo vale para generar la chispa que encienda el conflicto.
Luego vienen las movilizaciones, la violencia callejera, los incendios, la destrucción de la propiedad pública y privada y un sinfín de actos violentistas hasta conseguir los “mártires” con los que chantajear al estado. Entonces hablan de terrorismo de estado, derechos humanos y todo un fárrago de ideas que muchas veces una prensa cómplice recoge y difunde. Con este esquema se tumban gobiernos legítimos o terminan por imponer la siempre equivocada y caprichosa idea que la única solución es una nueva constitución.
Otro elemento que es parte de la franquicia chavista es la infiltración de cientos de agentes extranjeros en los países. En algunos casos como migrantes y en otros ya de modo mas evidente como personal diplomático de los países ya dominados por la mafia comunista. Estos agentes suelen ser personal de inteligencia, azuzadores profesionales o expertos en consumar fraudes electorales.
En el caso peruano han aplicado todas las fases del plan, pero no han tenido éxito. La caída de Castillo y el aceleramiento de sus planes puso en evidencia el tinglado que habían armado. Pero sobre todo puso en evidencia la existencia de un plan internacional. De una alianza infame de personajes vinculados a la mafia comunista, el narcotráfico y todas las formas de la corrupción propias del progresismo.
El corrupto López Obrador encabezó un coro de voces destempladas entre las que destacó la de Gustavo Petro, el terrorista encargado de destruir Colombia y por supuesto el impresentable Alberto Fernández de Argentina.
El Perú está generando una agenda política de gran trascendencia. Se está desmarcando de la ola comunistoide que asola a la región. Está dando señales de independencia y resistencia que han de servir de ejemplo. Si bien No se puede confiar totalmente en Dina Boluarte por su origen político, las condiciones en que se encuentra en el poder podrían garantizar una transición democrática y la posterior liberación del Perú. Urge la consolidación de liderazgos democráticos que concreten este proceso.