Siguiendo órdenes del catatónico mandatario mexicano, Manuel López Obrador, enemigo del Perú, su reemplazante, la señora Claudia Sheinbaum, ha invitado a la ceremonia de transmisión de mando a la esposa del ex mandatario Pedro Castillo y no a la jefa de Estado, Dina Boluarte, como hubiera sido lo correcto. Más aún, también ha convocado a un grupo de puneños radicales vinculados a Evo Morales, con el único propósito de que provoquen ruido mediático defendiendo a Castillo y acusando al gobierno de genocida.
Hace una semana ensayaron ese libreto en Palacio Nacional, en presencia de López Obrador, sosteniendo la falacia de que en el Perú existe una dictadura y que fueron 80 los muertos en las protestas, cuando todas las cifras indican 49 fallecidos. No hay duda, pues, sobre la malignidad de López Obrador, que ha sido heredada por su reemplazante. En ese contexto es pertinente recordar las históricas relaciones entre nuestros dos países, cuna de admirables civilizaciones.
El centro de ese vínculo fue el insigne poeta Manuel Nicolás Corpancho, nombrado por el presidente Ramón Castilla encargado de negocios y cónsul general en México en noviembre de 1861, durante el gobierno de Benito Juárez. Un mes después de su arribo, el rey francés Napoleón III invadió ese país para imponer un régimen monárquico,designando emperador a Maximiliano de Hamburgo. Corpancho no reconoció al régimen usurpador, asumiendo una inclaudicable defensa de la independencia mexicana. Actuó con firmeza, talento y convicción americanista.
Corpancho asistía a la Sociedad de Geografía e Historia, institución académica convertida en centro clandestino de la resistencia. Alquiló varias viviendas, izando en todas ellas la bandera nacional y rechazando enarbolar la mexicana con el águila imperial francés, estancias que brindaron generosa protección a los partidarios de Benito Juárez, evitando que los capturen o asesinen.
A pesar de estar en riesgo su propio vida, Corpancho desplegó un trabajo tenaz, al mismo tiempo que nuestra Cancillería, a cargo de Jose Fabio Melgar, prominente personaje, cuatro veces ministro de Relaciones Exteriores, remitió circulares a todos los países del mundo advirtiendo las graves implicancias de la invasión francesa para la independencia americana. El distinguido historiador Héctor López Martínez recuerda, más aún, que en Lima se formó una Sociedad de Defensores de la Independencia Americana, que enviaba fondos a Benito Juárez ( EC/12/22).
El dinamismo de Corpancho fue finalmente detectado por los agentes de seguridad de Maximiliano, que deciden expulsarlo del país azteca. Los primeros días de septiembre de 1863 nuestro representante se embarcó en Veracruz con dirección a La Habana. Antes de llegar a puerto, el buque español que lo trasladaba se incendia al cruzar el estrecho de Yucatán, muriendo él y dos ilustres miembros de su delegación. Falleció a los 32 años por la noble causa de asilar a patriotas mexicanos, dejando una huella imborrable de solidaria hermandad entre las dos naciones.
La diplomática peruana Rosa Garibaldi recuerda que, por esa consideración, el cuarto tomo del Archivo Histórico Diplomático Mexicano hace una agradecida y cálida remembranza de la Misión Corpancho. Asimismo, muchas calles llevan su nombre y existe una plaza en la ciudad capital, el Parque Perú, con tres Bustos en bronce: del Gran Almirante Miguel Grau, del diplomático, Manuel Nicolás Corpancho y el político Haya de la Torre, quien el 7 de mayo de 1924 fundó en ese país la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA).
¿Conocerá la flamante presidente de México esta historia de afecto y fraternidad entre dos pueblos, que ha sido sistemáticamente saboteada por López Obrador, empeñado en que retorne al poder Pedro Castillo, argumentando que fue derrocado por presión de la oligarquía, por ser un profesor pobre, indígena y representante de las causas populares?