La campaña hacia el sillón presidencial 2026 ha empezado con cierta anticipación en virtud a la disposición de los plazos actuales y sinceramente desde que tengo uso de razón, no recuerdo una elección tan pero tan atomizada, definitivamente es un golpe brutal a la legitimidad social, ciudadanos orillados y empujados a siempre tener que terminar votando por el menos malo, a (como diría Mario Vargas Llosa) elegir en segunda vuelta entre el cáncer y el sida.
El «remedio» de la reforma para el fortalecimiento de los partidos es peor que la enfermedad misma, cualquier hijo de vecino oportunista y a veces (para peor) sin experiencia en gestión se hace como dueño de un partido a granel y empieza a vender al mejor postor los espacios y las candidaturas, justamente ahí empieza el caldo de cultivo de este sistema político tradicional corrupto en donde todo se compra y todo se vende, los principales responsables son los partidos tradicionales ya que desde los años 90 han institucionalizado el clientelismo, ellos provocan adrede este caos para pescar a río revuelto, por esos partidos tradicionales (Acción Popular, Fuerza Popular, Apra, Ppc, App, Avanza País, Podemos Perú, entre otros), por esos nadie debería votar porque solo han legislado a conveniencia.
Lamentablemente en esta nueva elección tendremos candidatos que pasen otra vez a una segunda vuelta con un risible 10% ó 12% como ocurrió en la elección anterior, valiéndose de su miserable voto duro. Sumado a que en consecuencia se tendrá a senadores y diputados electos con solo 3 mil ó 5 mil votos. Una burla y una metida de dedo a todos los peruanos por donde se lo mire. Por culpa de ellos (los partidos tradicionales) somos el hazmerreír internacional pues por primera vez en la historia del mundo un país como el Perú ingresaría a una contienda electoral con casi 50 partidos que tendrían lista su inscripción para participar con todas las de la ley. Una vergüenza que ya se empieza a comentar en diversos medios extranjeros.
Pero ante este desmadre provocado estratégicamente por los partidos tradicionales (ninguna crisis política ni socioeconómica es casualidad), ante tantas argucias y globos de ensayo que son más que evidentes ¿qué podría salirles mal en su cálculo? El latente voto de protesta que a veces aparece como un oasis de agua fresca en medio de la nada apática. Un partido nuevo recién inscrito que presente buenos cuadros, con perfiles técnicos responsables que sepa capitalizar el descontento ciudadano generalizado.
Se debe apostar por el recambio generacional en todas las líneas, Gobierno Central, Gobierno Regional y Gobierno Local, por los jóvenes y nuevos políticos que marquen la diferencia, que tengan nuevas ideas, que garanticen de alguna manera la tan anhelada honestidad y transparencia, con ideales firmes de ser parte de una camada de autoridades impecables e intachables con pasión de querer hacer las cosas bien, a esos hay que mirarlos, con ellos debemos estar atentos, a ellos hay que elegirlos para que nos devuelvan la paz. Tengamos Fe en el Perú.