Por: Manuel Merino De Lama // La pota es peruana

La descomunal flota pesquera de China no solo contribuye a su estrategia de ocupación efectiva de los mares sin gastar un solo yuan en pólvora, sino que ha permitido ocupar los caladeros en las principales zonas pesqueras del mundo. Por ello, no es de extrañar que sea el primer país en capturas marítimas que representan el 15% del total mundial.

Hace 30 años, su plan quinquenal definió el objetivo de ser los mayores productores de calamares, lo han logrado hace más de una década, y convirtió a Zhoushan en el primer puerto del planeta dedicado a los cefalópodos, con las mejores plantas de procesamiento, astilleros, frigoríficos, institutos de investigación y facultades de pesquería. El éxito no sería cuestionable si no se sustentara en pesca depredadora e infractora en todos los mares de la Tierra, intromisión en los dominios marítimos de países ribereños, competencia desleal con las industrias de países con tradición pesquera, debilitamiento y crisis de las flotas artesanales.

Por denuncias de los presidentes del Comité de Pesca y Acuicultura de la SNI y de la Sociedad Nacional de Pesca Artesanal del Perú (SONAPESCAL), se han encontrado en nuestro mar, barcos industriales chinos, que capturan calamares con voraces máquinas y un sistema de potentes luces que arrasa con la pota que es el principal recurso de pesca para consumo humano. Esto sucede a pesar que en nuestro país no se otorgan permisos para extraer pota a buques extranjeros. Por esa razón, en 2020, Perú, que es el único país de la región que los autoriza a entrar a puertos para recibir diferentes servicios, en uso de su prerrogativa de Estado rector del puerto, exigió que para ingresar, debían llevar a bordo el mismo dispositivo de control satelital que impone a la flota nacional.

De los 650 barcos chinos que pescan en el Pacífico sur, solo 5 instalaron el equipo requerido. Prefirieron no entrar a puertos nacionales y viajar 17 mil kilómetros hasta China. A partir de mayo 2023, luego de una visita del Embajador chino y su séquito, el propio Ministerio de la Producción dejó de cumplir con la exigencia de la baliza satelital y ha permitido el ingreso de más de 250 calamareros chinos.

Como es de suponer, esta invasión de la flota asiática a nuestras comunidades costeras ha generado una enérgica protesta de los pescadores artesanales, quienes se han puesto en pie de lucha exigiendo el cumplimiento del dispositivo de control satelital. El propio gobierno ha debilitado su ya alicaída imagen y pone en riesgo la paz social que su precaria legitimidad no debería alterar. El actual ministro de la Producción ha ofrecido resolver el conflicto emitiendo un nuevo Decreto Supremo que cierre las rendijas que sus antecesores se encargaron de abrir. Por el bien del Perú, de sus pescadores artesanales y por el respeto a su soberanía, deben hacerlo de inmediato. La lenidad burocrática, la desidia y la complacencia ante el depredador foráneo, podrían tener consecuencias dramáticas en nuestro ya convulsionado Perú. ¡Adelant

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