Por: Margot Cruz J.
La gestión de Boluarte desafía las expectativas de transparencia, mientras el escándalo de sus lujosos relojes ensombrece su pretensión de ignorar las críticas
La experiencia que obtuve durante el periodo en el que laboré con un ex presidente y mi transición a publicista, me han permitido observar las similitudes entre la política y la publicidad, especialmente en términos de transparencia y confianza.
Hoy, durante el aniversario de la Fuerza Aérea, la Señora Presidenta de la República, Dina Boluarte afirmó que «ningún ruido político los detendrá». Esta declaración, en medio de las acusaciones de presunto enriquecimiento ilícito, suena tan convincente como una campaña publicitaria que promete resultados imposibles. La gestión de Boluarte nos ofrece un caso paradigmático de cómo la opacidad y la falta de transparencia pueden minar la confianza del público, tal como sucede cuando una marca es acusada de engaño.
En publicidad, la confianza se construye a través de la transparencia y la autenticidad. Los consumidores modernos demandan sinceridad, y cualquier intento de engaño puede resultar en la pérdida de clientes y la reputación de la marca.
De manera similar, los ciudadanos esperan que sus líderes sean honestos y claros. Cuando la presidenta Boluarte no logra ser transparente respecto a sus bienes y acusaciones, el daño a su credibilidad es profundo y duradero.
La capacidad de Boluarte para mantenerse en el poder, a pesar de su alta impopularidad, se basa en alianzas políticas que comprometen su independencia y la percepción de su integridad. Esto se asemeja a una marca que, para sobrevivir, forma asociaciones que dañan su imagen, erosionando la confianza del público aún más.
Lo más lógico en estos casos es poner en marcha de forma inmediata un plan de manejo de crisis. Al parecer el actual equipo de funcionarios que le susurran al oído a Boluarte, no se encuentran realmente capacitados para poner en marcha una estrategia de tal envergadura.
La lección es clara, tanto en política como en publicidad, la transparencia y la rendición de cuentas son fundamentales. La confianza es un bien frágil que, una vez perdido, es difícil de recuperar.
La gestión de Dina Boluarte nos recuerda que la autenticidad y la responsabilidad son pilares esenciales para construir y mantener relaciones de confianza con el público. Ignorar esta lección puede llevar al colapso de cualquier liderazgo, ya sea en el ámbito político o corporativo.
Sin una estrategia clara y efectiva para gestionar esta crisis, su gobierno corre el riesgo de perder aún más credibilidad y apoyo público. La historia nos muestra repetidamente que los líderes políticos que no logran mantener la confianza de sus ciudadanos enfrentan consecuencias graves, tanto para ellos mismos como para sus administraciones.
Es por eso que la autenticidad, la transparencia y la responsabilidad no son solo palabras de moda en la política y la publicidad; sino que son la base sobre la cual se construyen relaciones duraderas y exitosas.
(*) Directora Creativa – Brandketers Agency