Vivimos tiempos difíciles que exigen la unidad de todos los peruanos, entender cómo y por dónde va la salida a la crisis y comprender que la medición, insisto, de la pobreza es multidimensional.
La pandemia ha puesto de manifiesto la debilidad del estado y ha profundizado desigualdades, ha transformado las dificultades en una crisis que exige atención inmediata, la respuesta debe ir más allá de las medidas de emergencia de corto plazo, implica la recuperación con objetivos de reconstrucción con igualdad, replanteando el desarrollo humano como punto central.
El congresista Sagasti, encargado de la presidencia, ha vuelto a cometer un error desde el estado, confina al encierro a millones de peruanos que viven el día a día, a quienes sus deberes y obligaciones familiares los empuja a las calles para conseguir el sustento, con recomendaciones muy difíciles de cumplir para los pobres sin acceso al agua, a la alimentación, al combustible, a la energía eléctrica, a la vivienda segura y a la salud. La primera recomendación frente al virus es lavarse las manos constantemente, pero resulta que más o menos ocho millones de personas no tienen agua potable, y deben comprarla a un costo muy elevado.
La solidaridad es una consigna fundamental en estos tiempos difíciles, exige políticas públicas de protección junto a las iniciativas de responsabilidad social de parte del empresariado, a quienes también la pandemia los afecta pero en menor medida.
Se requiere, tal vez, mano dura para tomar decisiones y afrontar lo que se viene, sin miedo; para comprender que el empoderamiento de las mujeres es el centro de la respuesta, sobre todo de aquellas mujeres que se han visto afectadas por la pandemia y que, mayormente, trabajan en el sector informal y en los sectores más perjudicados, cuya capacidad para absorber choques económicos es menor y se hacen cargo de mayores demandas del cuidado de la familia.
Mano dura, acaso, para sincerar la información de abastecimientos y atención de manera integral y articulada de los programas sociales junto a los gobiernos locales y organizaciones.
Mano dura para asumir la ampliación de la capacidad instalada de los centros de salud y para implementar una campaña de pruebas moleculares masiva para quienes aún no se les detecta el virus o no tienen síntomas, mano dura para enfrentar con firmeza la lucha contra la pobreza desarrollando programas habilitadores y de colaboración, mano dura para mantener el orden social seguido de bienestar y justicia social.
Mano dura y firmeza bajo el imperio de la democracia, desarrollando mecanismos de igualdad con conceptos de desarrollo humano, mano dura, señores, para respetar y hacer respetar la constitución que nos trajo paz, orden y desarrollo.
Mano dura y firme para gobernar en tiempos de pandemia, cualidad que solo muestran los lideres, esperemos q el señor Sagasti esté mínimamente a la altura.
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