Por: Ceder ante los violentos
Lamentable el retroceso que ha tenido el Gobierno respecto al proyecto Tía María. Lamentable porque ha sucumbido ante la presión del bloqueo, las piedras, las llantas quemadas y hasta el “fusilamiento” de un muñeco representando al presidente Vizcarra por un grupo de rojos exaltados que no saben hacer otra cosa que provocar disturbios y muerte. Lamentable porque se cede ante la fuerza, la coacción y el imperio de la violencia.
Y esto se comprobó mediante el audio que “alguien” filtró a la prensa y donde claramente se escucha al presidente de la República decir que “hay argumentos para retroceder, vamos a hacerlo. Pero, no es que se puede hacer mañana. Hay que verlo, hay que trabajarlo. Eso es lo que quiero que comprendan. Yo quiero que esa actitud, esa posición sea transmitida» (sic). Es decir, Vizcarra, a puertas cerradas junto al émulo de Evo Morales (léase Elmer Cáceres Llica), acuerda poner fin a la licencia de construcción del proyecto para contentarlos.
Y así, a los 15 días de esa conversación, oh maravilla, el Consejo de Minería suspende “de oficio” la referida licencia de construcción a Southern Copper Perú, tal como se prometió en la conversación entre el jefe del Estado y las autoridades arequipeñas. Según el ministro de Energía y Minas, Francisco Ísmodes, el Consejo de Minería es autónomo y que nadie influyó en su decisión de suspender el proyecto. Claro, le creemos señor ministro.
Lo cierto es que una vez más comprobamos que a Vizcarra no le interesa gobernar y que prefiere zanjar por lo más fácil para que nada ni nadie entorpezca su zona de confort. El ruido de Arequipa le afectaba en su afán por liquidar de una vez el tema del adelanto de elecciones y era menester “contentar” al impresentable de Cáceres Llica que, estamos seguros, lo veremos dentro de poco presentándose como candidato al Congreso u otro cargo público más alto del que ahora ostenta.
Esta lamentable muestra de debilidad lanza una pésima señal de incumplimiento a las reglas de juego por parte del Gobierno. ¿Qué empresario nacional o extranjero va a invertir en un país donde su gobernante cede ante la presión de un grupete de exaltados? El principio de autoridad ha quedado seriamente dañado por esta acción del Gobierno que nos vuelve a nuestra realidad: un país poco confiable donde la violencia y la coacción son las principales armas para conseguir objetivos. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.