Por: Martín Valdivia Rodríguez / Como era de esperarse, el pleno del Congreso de la República admitió a trámite la moción de vacancia presentada contra el presidente Martín Vizcarra, luego de escuchar los famosos audios de la vergüenza. El día D quedó fijado para el próximo viernes 18 de setiembre, fecha en la cual la vacancia debería de proceder siempre y cuando se alcance un mínimo de 87 votos.
Ayer, muchos de los congresistas que se habían pronunciado en favor de la vacancia, se echaron para atrás. Otros dudaron de dar su voto “porque habían reflexionado” en favor del país. La verdad es que el lobby del gobierno trabajó duramente en los corrillos parlamentarios, moviendo fichas y prometiendo sabe Dios qué, sin considerar los graves acontecimientos acontecidos entre las cuatro paredes de Palacio de Gobierno.
Felizmente, muchos de los parlamentarios probos que defienden decididamente la democracia, permanecieron firmes en su decisión, impulsando la moción de vacancia sin caer en las provocaciones del gobierno ni en la burda propaganda política promovida por los medios de comunicación adictos a Martín Vizcarra. Ellos, obviamente tienen que defender a quien les entregó en bandeja de plata los dineros del programa Reactiva Perú, qué duda cabe.
Si bien los 65 votos a favor para admitir a trámite la moción de vacancia nos puede desalentar frente a una votación donde se requieren como mínimo 87 votos, los demócratas aún guardamos las esperanzas de una reflexión oportuna y decidida por parte de los parlamentarios. En sus manos está devolverle al país la confianza en su clase política, en creer que la corrupción no debe tener cabida entre nosotros y en preparar el camino hacia una transición libre y transparente hacia las elecciones generales.
Será una semana de reflexión para todos los peruanos, un tiempo para ganar fuerzas y tomar conciencia frente a una situación que no se debe pasar por alto. Lo sucedido con Martín Vizcarra tiene que tener una sanción no sólo moral, sino tangible y concreta: vacarlo como presidente de la República con la finalidad de convertir esta triste situación en un ejemplo de vigilancia democrática y respeto a las leyes.
El Perú espera de sus representantes un pronunciamiento claro y sin tapujos. Tenemos una semana para pensarlo. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.