Por: Martín Valdivia Rodriguez / Uno de los últimos recursos de la defensa de Alejandro Toledo es afirmar que el expresidente sufre de un supuesto deterioro mental debido a su confinamiento. Literalmente, un psicólogo presentado por su abogado le dijo al juez: «Toledo está profundamente deprimido. Está tomando medicación para ello, pero aun así está yendo a peor. Le pregunté si tenía pensamientos suicidas y me respondió que no, pero yo me preocupé».
El objetivo de su abogado es convencer al juez Vince Chhabria, de la Corte de California, que su defendido está sufriendo de una depresión tal, que puede estar en riesgo su salud mental, es decir, puede enloquecer si las cosas siguen como van. Además, sus abogados pretenden cuestionar los documentos que sustentan su extradición, pues creen que tanto Jorge Barata y el empresario israelí Josef Maiman, fueron “coaccionados” por los fiscales peruanos.
Mientras tanto, el juez Thomas Hixson, programó una siguiente sesión para el 9 de abril a las 10 de la mañana. La defensa, entonces, tiene dos argumentos bajo la manga: por un lado, presentar a Toledo Manrique como una persona debilitada mentalmente que necesita salir cuanto antes de la cárcel a una prisión domiciliaria y; segundo, evitar la extradición argumentando que todo lo dicho por los dos testigos en su contra fueron declaraciones realizadas bajo presión.
“La fiscalía (americana) ya ha entregado previamente a Alejandro Toledo la copia del pedido de extradición del Perú junto a sus pruebas. Toledo no tiene derecho a nada más, y su pedido para obligar a la entrega de documentos debe ser denegado”, argumentó la fiscal federal Elise La Punzina hace algunas semanas.
Este argumento de su defensa, como es obvio, no tiene pies ni cabeza. Tanto Barata como Maiman declararon sin ningún tipo de coacción ni presiones por parte de los fiscales peruanos. Es más, Maiman acaba de brindar una declaración anticipada donde reitera que Toledo Manrique recibió de las constructoras brasileñas Odebrecht y Camargo Correa US$34 millones en coimas. Más claro, el agua.
Ir por ese camino no le convine a la defensa del expresidente. Peor aún, presentar a Toledo como loco. Lo mejor que puede hacer es allanarse y venir al Perú a responder a nuestra justicia. Finalmente, quien nada debe, nada teme, señor Toledo. Esa es la pura verdad. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.