Un enemigo silencioso, como el Covid-19, se viene presentando desde hace unas semanas en nuestro país: la inflación. Los mercados son el mejor termómetro para conocer de cerca cómo han sabido los precios de manera asolapada, pero segura. No hay día en que los diversos productos de primera necesidad experimenten alzas importantes en su comercialización, dificultado su compra por parte de los que menos tienen.
Sin embargo, son dos elementos los que han llamado más la atención de esta alza desmesurada de precios: el dólar y la gasolina, ambas con cifras alarmantes que ni los economistas nos saben explicar. Es importante señalar que la fortaleza de una moneda nos indica de alguna manera la estabilidad económica de un país. El Perú, al tener un control sobre el tipo de cambio y su efecto, ha tenido buenos resultados económicos en los últimos años.
Pese a ello, la pandemia mundial, aunado a la crisis económica, viene afectando directamente al tipo de cambio. Según algunos especialistas, esta alza desmesurada de la moneda verde se debería al aumento de la demanda del dólar a nivel mundial, ya que se considera a esta moneda como un activo de refugio. El dólar volverá a generar una fuerte demanda en todo el mundo por la caída de las bolsas como activos de refugio y, por otro lado, la economía peruana seguirá viéndose perjudicada en los próximos meses por las consecuencias del COVID-19.
De cuánto siga aumentando el dólar dependerá de las políticas económicas que implemente este gobierno, aunque los nubarrones que se ciernen sobre nuestra moneda, el sol, son poco halagüeños por el proceso electoral por el que atravesamos. La inestabilidad de los mercados, además de una campaña de vacunación lenta y poco eficiente, no nos abren posibilidades de augurar mejores destinos para la moneda verde.
En cuanto a la gasolina, pasa lo que siempre ha pasado. Las refinerías son sumamente lentas y hasta roñosas para bajar el precio de los combustibles cuando en el mercado internacional baja el petróleo, pero tienen los dedos rápidos y ligeros cuando de aumentar se trata. Y aumentan sabiendo que el stock que tienen lo compraron semanas antes de las alzas, lo cual representa una doble ganancia para los griferos.
Para efectos prácticos, las gasolinas han subido en promedio entre 3 a 4%, alegando las refinerías que el precio internacional del crudo ha subido (el mismo cuento de siempre). Según manifiestan los especialistas, esta alza es alentada por la recuperación económica de los países industrializados, la menor producción de petróleo, así como las expectativas por las aplicaciones de la vacuna contra la COVID-19 a nivel mundial. ¿Qué tiene que ver eso con nosotros? Pues nada, los que siempre ganan tendrán más de un motivo para seguir llenándose los bolsillos de plata, en detrimento, como siempre, de los que menos tienen. Porque lo que digo y escribo siempre lo firmo.
