Hace un mes que se fue el “Chino» en medio del calor popular y el agradecimiento de la gran mayoría de peruanos y dejó a los jueces que valiéndose de una ridícula teoría jurídica lo condenaron sin pruebas, a los comunistas, a los filo senderistas y a los amigos de los terroristas sintiéndose como lo que son, miserables envilecidos por el odio a quien los derrotó. Grande debe haber sido su frustración al comprobar que está más presente que nunca en el corazón de los peruanos y que todos sus esfuerzos para convertirlo, junto a las fuerzas armadas y al propio estado en asesinos y a los terroristas en víctimas, fueron inútiles.
Miles hicieron cola para despedirse y lo vitorearon camino al cementerio. Todos agradecidos con quien los salvó del terrorismo, de la hiperinflación y de la crisis económica terminal en la que se debatía un país destruido por la subversión y pésimos gobiernos. Como era de esperarse, también se han escuchado voces de algunos enanos intelectuales defensores del MOVADEF afirmando que la milagrosa recuperación económica no existió y llamando Neoliberalismo al programa de ajuste que se tuvo que aplicar para salvar al país con la evidente intención de atribuirle al programa de ajuste los enormes costos que los peruanos tuvieron que pagar y no a aquellos que los incubaron durante décadas de aplicación de las nefastas recetas del socialismo.
Qué duda cabe que el programa de ajuste fue muy duro para todos, pero la hiperinflación, la inmensa deuda que se había tornado impagable, la calidad de país inelegible, el enorme déficit fiscal alimentado por el gasto y las pérdidas de empresas estatales corruptas y pobremente gestionadas, no dejaba otra alternativa ni permitía gradualidad, solo quedaba el shock si se quería tener éxito y claro que se tuvo éxito porque estas reformas nos han servido hasta ahora para mantener un país en crecimiento y sin inflación, a pesar de los sucesivos gobiernos, que con alguna excepción, fueron todos incompetentes y encima corruptos .
Hoy se habla de la necesidad de reconciliar al país, pero son solo buenos deseos que quizá se pueda lograr entre las fuerzas democráticas, porque los comunistas y sus allegados no tienen ningún interés en reconciliarse. Por el contrario, ellos buscan agudizar los conflictos y están detrás de todas las algaradas y la violencia política que sacude al país. Ellos producen y buscan mantener la pobreza para no perder clientela política a quien venderle sus soluciones milagrosas y falsas promesas. Siempre estarán del otro lado del río. Nunca debemos olvidar que fueron los terroristas comunistas los que atacaron al país con alevosía y el Perú se tuvo que defender, desatándose una guerra sin cuartel que duró años y produjo miles de víctimas. La muerte de peruanos inocentes asesinados por los terroristas o haber sido confundidos con ellos, fue una terrible tragedia, pero los delincuentes subversivos que murieron en el intento de apoderarse del país para instaurar la “ República de nueva democracia”, bien muertos están, por eso no se entiende que después de este sangriento enfrentamiento con el terror se rinda homenajes a los criminales, que el país derrotó, con museos y monumentos promovidos por los amigos de los terroristas y consentidos por gobiernos timoratos y traidores. Esos lugares de propaganda y culto a los delincuentes terroristas deben desaparecer y en su lugar deben levantarse monumentos que honren la memoria de los miles de compatriotas asesinados y a los miembros de las fuerzas armadas y policiales que sacrificaron sus vidas en defensa del país.
La mayoría de peruanos tenemos claro que fueron los comunistas de SL, el MRTA y sus socios los que produjeron los miles de muertos y la destrucción del país por eso tenemos la enorme responsabilidad de evitar que estas lacras vuelvan a tener algún tipo de influencia en los destinos del país. El 2026 debemos elegir un gobierno de líderes fuertes con memoria y que entiendan con claridad cómo funciona la economía para saber que hay que liberar la fuerza creadora de los individuos, desregulando, simplificando, reduciendo el tamaño del estado, la burocracia y el gasto público. Es necesario reestructurar por completo el disparate de la regionalización convertida en foco de corrupción y burocracia. Tenemos que atraer inversión, eliminar el déficit fiscal generador de deuda, liquidar o privatizar las empresas estatales que como Petroperú generan enormes pérdidas y consumen recursos que deben usarse en resolver la inseguridad ciudadana, mejorar sustancialmente los servicios de salud, la infraestructura y la educación. Porque el mejor antídoto contra las lacras del comunismo y la subversión es el progreso.
(*) Economista